Página 636 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
doquiera vaya quien la posee deja una huella de luz.
Abigail era sabia para aconsejar y reprender. La ira de David
se disipó bajo el poder de su influencia y razonamiento. Quedó
convencido de que había tomado un camino malo, y que había per-
dido el dominio de su propio espíritu. Con corazón humilde recibió
la reprensión, en armonía con sus propias palabras: “Que el justo
me castigue, será un favor, y que me reprenda será un excelente
bálsamo.”
Salmos 141:5
. Le dió las gracias y la bendijo por haber-
le aconsejado tan rectamente. Son muchos los que, cuando se les
reprende, se creen dignos de alabanza si reciben el reproche sin
impacientarse; pero ¡cuán pocos aceptan la reprensión con gratitud
de corazón, y bendicen a los que tratan de evitarles que sigan un
sendero malo!
Cuando Abigail regresó a casa, encontró a Nabal y sus huéspedes
gozándose en un gran festín, que habían convertido en una borrache-
ra alborotada. Hasta la mañana siguiente, no relató ella a su marido
lo que había ocurrido en su entrevista con David. En lo íntimo de su
corazón, Nabal era un cobarde; y cuando se dió cuenta de cuán cerca
su tontería le había llevado de una muerte repentina, quedó como
herido de un ataque de parálisis. Temeroso de que David continuase
con su propósito de venganza, se llenó de horror, y cayó en una
condición de insensibilidad inconsciente. Diez días después falleció.
La vida que Dios le había dado, sólo había sido una maldición para
el mundo. En medio de su alegría y regocijo, Dios le había dicho,
como le dijo al rico de la parábola: “Esta noche vuelven a pedir tu
alma.”
Lucas 12:20
.
David se casó después con Abigail. Ya era el marido de una espo-
sa; pero la costumbre de las naciones de su tiempo había pervertido
su juicio e influía en sus acciones. Aun hombres grandes y buenos
erraron al seguir prácticas del mundo. Los resultados amargos de
casarse con muchas esposas fueron gravemente sentidos por David
a través de toda su vida.
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Después de la muerte de Samuel, David fué dejado en paz por al-
gunos meses. Volvió a retirarse a la soledad de los zifitas; pero estos
enemigos, con la esperanza de obtener el favor del rey, le revelaron
el escondite de David. Estas noticias despertaron al demonio de las
pasiones que habían estado adormecidas en el corazón de Saúl. Una
vez más, reunió a sus hombres de armas, y los dirigió en persegui-