Página 642 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
anhelaba tener ayuda y dirección. Pero era en vano que buscara el
consejo de Dios. “Jehová no le respondió, ni por sueños, ni por Urim,
ni por profetas.”
Nunca se apartó el Señor de un alma que acudiera a él con sin-
ceridad y humildad. ¿Por qué dejó a Saúl sin contestación? Por sus
propios actos, el rey había desechado los beneficios de todos los
métodos de interrogar a Dios. Había rechazado el consejo de Samuel
el profeta; había desterrado a David, el escogido de Dios; había
dado muerte a los sacerdotes de Jehová. ¿Podía esperar que Dios
le contestara, cuando había cortado por completo los medios de co-
municación que había ordenado el Cielo? Habiendo ahuyentado por
sus pecados al Espíritu de gracia, ¿podía acaso recibir contestación
del Señor mediante sueños y revelaciones?
Saúl no se volvió a Dios con humildad y arrepentimiento. Lo
que él buscaba no era el perdón de su pecado ni la reconciliación
con Dios, sino que se le librara de sus enemigos. Por su propia
obstinación y rebelión, se había separado de Dios. No podía retornar
a él sino por medio del arrepentimiento y de la contrición; pero el
monarca orgulloso, en su angustia y desesperación, decidió solicitar
ayuda de otra fuente.
Dijo entonces Saúl a sus siervos: “Buscadme una mujer que
tenga espíritu de pythón [adivinación], para que yo vaya a ella, y
por medio de ella pregunte.” Saúl conocía perfectamente el carácter
de la necromancia. Esta había sido expresamente prohibida por el
Señor, y se había pronunciado sentencia de muerte contra todos
los que practicaran sus artes inicuas. Mientras vivía Samuel, Saúl
había mandado que se diese muerte a todos los magos y a los que
tuviesen espíritu de adivinación; pero ahora, en un arrebato de deses-
peración, recurría al oráculo que él mismo había condenado como
abominación.
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Se le dijo al rey que una mujer que tenía espíritu de adivinación
vivía oculta en Endor. Esta mujer había pactado con Satanás en-
tregarse por completo a su dominio y cumplir sus propósitos; y en
cambio, el príncipe del mal hacía milagros para ella, y le revelaba
cosas secretas.
Disfrazándose, Saúl salió protegido por las sombras de la noche
con sólo dos acompañantes, para buscar el retiro de la pitonisa. ¡Oh!
¡cuánta lástima inspira esta escena hacia el rey de Israel conducido