Página 664 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
guardado al rey tu señor? ... Esto que has hecho, no está bien. Vive
Jehová, que sois dignos de muerte, que no habéis guardado a vuestro
señor, al ungido de Jehová.”
1 Samuel 26:15, 16
. Este reproche se
había clavado en su pecho; decidió llevar a cabo sus propósitos de
venganza, y crear una división en Israel que pudiera exaltarle. Se
valió de los representantes del monarca fallecido para fomentar sus
ambiciones y fines egoístas. Sabía que el pueblo amaba a Jonatán,
que se le recordaba con afecto, y las primeras campañas victoriosas
de Saúl no habían sido olvidadas por el ejército. Con una decisión
digna de una causa mejor, este jefe rebelde siguió adelante con sus
planes.
Como residencia real, eligió Mahanaim, localidad situada al otro
lado del Jordán, porque ofrecía más seguridad contra un ataque de
parte de David o los filisteos. Allí se realizó la coronación de Is-
boseth. Su reinado fué aceptado primeramente por las tribus del este
del Jordán, y se extendió finalmente por toda la tierra de Israel a
excepción de Judá. Durante dos años el hijo de Saúl gozó de los
honores reales en su capital aislada. Pero Abner, resuelto a extender
su poder sobre todo Israel, preparó una guerra de agresión. “Y hubo
larga guerra entre la casa de Saúl y la casa de David; mas David se
iba fortificando, y la casa de Saúl iba en disminución.”
Por último, la perfidia derrocó el trono que la malicia y la ambi-
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ción habían establecido. Abner, indignado contra la debilidad y la
incompetencia de Is-boseth, desertó y se pasó a las filas de David,
con el ofrecimiento de traerle todas las tribus de Israel. Las propues-
tas que hizo Abner fueron aceptadas por el rey, quien lo despachó
con honor para que llevara a cabo su propósito. Pero el favorable
recibimiento de un guerrero tan valiente y tan famoso despertó los
celos de Joab, el comandante en jefe del ejército de David. Había
pendiente una cuenta de sangre entre Abner y Joab. El hermano
de éste, Asael, había sido muerto por aquél, durante la guerra en-
tre Israel y Judá. Ahora Joab, viendo una oportunidad de vengar la
muerte de su hermano y de deshacerse de un posible rival, vilmente
aprovechó la oportunidad de acechar y asesinar a Abner.
Al saber de este asalto alevoso, David exclamó: “Limpio estoy
yo y mi reino, por Jehová, para siempre, de la sangre de Abner hijo
de Ner. Caiga sobre la cabeza de Joab, y sobre toda la casa de su
padre.” En vista de la condición inestable del reino, y del poder y