Página 67 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

Basic HTML Version

Set y Enoc
63
lo llevó a través de las generaciones que vivirían después del diluvio,
y le mostró los grandes eventos relacionados con la segunda venida
de Cristo y el fin del mundo.
Enoc había estado preocupado acerca de los muertos. Le había
parecido que los justos y los impíos se convertirían igualmente
en polvo, y que ése sería su fin. No podía concebir que los justos
vivieran más allá de la tumba. En visión profética se le instruyó
concerniente a la muerte de Cristo y se le mostró su venida en gloria,
acompañado de todos los santos ángeles, para rescatar a su pueblo
de la tumba. También vió la corrupción que habría en el mundo
cuando Cristo viniera por segunda vez, y habría una generación
presumida, jactanciosa y empecinada, que negaría al único Dios y al
Señor Jesucristo, pisoteando la ley y despreciando la redención. Vió
a los justos coronados de gloria y honor, y a los impíos desechados
de la presencia del Señor, y destruídos por el fuego.
Enoc se convirtió en el predicador de la justicia e hizo saber
al pueblo lo que Dios le había revelado. Los que temían al Señor
buscaban a este hombre santo, para compartir su instrucción y sus
oraciones. También trabajó públicamente, dando los mensajes de
Dios a todos los que querían oír las palabras de advertencia. Su obra
no se limitaba a los descendientes de Set. En la tierra adonde Caín
había tratado de huir de la divina presencia, el profeta de Dios dió a
conocer las maravillosas escenas que había presenciado en visión.
[74]
“He aquí—dijo,—el Señor es venido con sus santos millares, a hacer
juicio contra todos, y a convencer a todos los impíos de entre ellos
tocante a todas sus obras de impiedad que han hecho impíamente.”
Judas 14, 15
.
Enoc condenaba intrépidamente el pecado. Mientras predicaba
el amor de Dios en Cristo a la gente de aquel entonces, y les rogaba
que abandonaran sus malos caminos, reprobaba la prevaleciente
iniquidad, y amonestaba a los hombres de su generación manifes-
tándoles que vendría el juicio sobre los transgresores. El Espíritu
de Cristo habló por medio de Enoc, y se manifestaba no sólo en
expresiones de amor, compasión y súplica; pues los santos hombres
no hablan sólo palabras halagadoras. Dios pone en el corazón y en
los labios de sus mensajeros las verdades que han de expresar a la
gente, verdades agudas y cortantes como una espada de dos filos.