Página 673 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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El reinado de David
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Y entrará el Rey de gloria.”
Un grupo de cantantes y músicos preguntó:
“¿Quién es este Rey de gloria?”
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Y de otro grupo partió la respuesta:
“Jehová el fuerte y valiente,
Jehová el poderoso en batalla.”
Entonces centenares de voces, al unísono, se unieron al coro
triunfal:
“Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria.”
Nuevamente se oyó la regocijada pregunta:
“¿Quién es este Rey de gloria?”
Y “como ruido de muchas aguas” se oyó la voz de la gran
multitud en contestación arrobada:
“Jehová de los ejércitos,
El es el Rey de la gloria.”
Salmos 24:7-10
.
Entonces las puertas se abrieron de par en par; entró la procesión,
y con temor reverente se depositó el arca en la tienda que había sido
preparada de antemano para recibirla. Delante del recinto sagrado,
se habían erigido altares para los sacrificios; y ascendió al cielo el
humo de los holocaustos y de las ofrendas de paz con las nubes
de incienso y las alabanzas y las súplicas y oraciones de Israel.
Terminado el servicio, el rey mismo pronunció una bendición sobre
el pueblo. Luego con generosidad regia hizo distribuir regalos de
alimentos y de vino para su refrigerio.
Todas las tribus habían estado representadas en este servicio,
cuya celebración había sido el acontecimiento más sagrado que hasta
entonces señalara el reinado de David. El Espíritu de la inspiración
divina había reposado sobre el rey, y mientras los últimos rayos