Página 685 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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El pecado de David y su arrepentimiento
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mentes el aborrecimiento del pecado, mientras que envalentonaba
en la transgresión a los que no amaban ni temían a Dios.
El profeta Natán recibió órdenes de llevar un mensaje de re-
prensión a David. Era un mensaje terrible en su severidad. A pocos
soberanos se les podría haber dirigido una reprensión sin que el
mensajero perdiese la vida. Natán transmitió la sentencia divina
sin vacilación, aunque con tal sabiduría celestial que despertó la
simpatía y la conciencia del rey y le indujo a que con sus labios
emitiera su propia sentencia de muerte. Apelando a David como al
guardián divinamente designado para proteger los derechos de su
pueblo, el profeta le relató una historia de agravio y opresión que
exigía justicia y castigo.
“Había dos hombres en una ciudad—dijo,—el uno rico, y el otro
pobre. El rico tenía numerosas ovejas y vacas; mas el pobre no tenía
más que una sola cordera, que él había comprado y criado, y que
había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su
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bocado, y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno: y teníala
como a una hija. Y vino uno de camino al hombre rico; y él no quiso
tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar al caminante que
le había venido, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y
aderezóla para aquel que le había venido.”
El rey se airó y exclamó: “Vive Jehová, que el que tal hizo es
digno de muerte. Y que él debe pagar la cordera con cuatro tantos,
porque hizo esta tal cosa, y no tuvo misericordia.”
Natán fijó los ojos en el rey; y luego, alzando la mano derecha,
le declaró solemnemente: “Tú eres aquel hombre.” “¿Por qué pues—
continuó—tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo
delante de sus ojos?” Como David, los culpables pueden procurar
que su crimen quede oculto para los hombres; pueden tratar de
sepultar la acción perversa para siempre, a fin de que el ojo humano
no la vea ni lo sepa la inteligencia humana; pero “todas las cosas
están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que
dar cuenta.”
Hebreos 4:13
. “Nada hay encubierto, que no haya de
ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse.”
Mateo 10:26
.
Natán le manifestó: “Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo te
ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl; ... ¿por qué
pues tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante
de sus ojos? A Uría Hetheo heriste a cuchillo, y tomaste por tu mujer