Página 689 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

Basic HTML Version

El pecado de David y su arrepentimiento
685
“Bienaventurado aquel cuyas iniquidades son perdonadas,
Y borrados sus pecados.
Bienaventurado el hombre a quien no imputa Jehová la iniquidad,
Y en cuyo espíritu no hay superchería.
Mientras callé, envejeciéronse mis huesos
En mi gemir todo el día.
Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;
Volvióse mi verdor en sequedades de estío.”
Salmos 32:1-4
.
Y el salmo 51 es una expresión del arrepentimiento de David,
cuando le llegó el mensaje de reprensión de parte de Dios:
“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia:
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis rebeliones;
Y mi pecado está siempre delante de mí....
Purifícame con hisopo, y seré limpio:
Lávame, y seré emblanquecido más que la nieve.
Hazme oír gozo y alegría;
Y se recrearán los huesos que has abatido.
Esconde tu rostro de mis pecados,
Y borra todas mis maldades.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio;
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
No me eches de delante de ti;
Y no quites de mí tu santo espíritu.
Vuélveme el gozo de tu salud;
Y el espíritu libre me sustente.
Enseñaré a los prevaricadores tus caminos;
Y los pecadores se convertirán a ti.
[785]
Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salud:
Cantará mi lengua tu justicia.”
Salmos 51:1-3, 7-14
.
Así en un himno sagrado que había de cantarse en las asambleas
públicas de su pueblo, en presencia de la corte, los sacerdotes y