Página 690 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
jueces, los príncipes y guerreros, y que iba a preservar hasta la
última generación el conocimiento de su caída, el rey de Israel relató
todo lo concerniente a su pecado, su arrepentimiento, y su esperanza
de perdón por la misericordia de Dios. En vez de procurar ocultar la
culpa, quiso que otros se instruyeran por el conocimiento de la triste
historia de su caída.
El arrepentimiento de David fué sincero y profundo. No hizo
ningún esfuerzo para aminorar su crimen. Lo que inspiró su oración
no fué el deseo de escapar a los castigos con que se le amenaza-
ba. Pero vió la enormidad de su transgresión contra Dios; vió la
depravación de su alma y aborreció su pecado. No oró pidiendo
perdón solamente, sino también pidiendo pureza de corazón. David
no abandonó la lucha en su desesperación. Vió la evidencia de su
perdón y aceptación, en la promesa hecha por Dios a los pecadores
arrepentidos.
“Porque no quieres tú sacrificio,
Que yo daría;
No quieres holocausto.
Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado:
Al corazón contrito y humillado
No despreciarás tú, oh Dios.”
Vers. 16, 17
.
Aunque David había caído, el Señor le levantó. Estaba ahora más
plenamente en armonía con Dios y en simpatía con sus semejantes
que antes de su caída. En el gozo de su liberación cantó:
“Mi pecado te declaré,
Y no encubrí mi iniquidad.
Confesaré, dije, contra mí mis rebeliones a Jehová;
Y tú perdonaste la maldad de mi pecado....
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Tú eres mi refugio;
Me guardarás de angustia;
Con cánticos de liberación me rodearás.”
Salmos 32:5-7
.
Muchos murmuran contra lo que llaman la injusticia de Dios
al salvar a David, cuya culpa era tan grande, después de haber re-
chazado a Saúl por lo que a ellos les parece ser pecados mucho