Página 691 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

Basic HTML Version

El pecado de David y su arrepentimiento
687
menos flagrantes. Pero David se humilló y confesó su pecado, en
tanto que Saúl menospreció el reproche y endureció su corazón en
la impenitencia.
Este pasaje de la historia de David rebosa de significado para el
pecador arrepentido. Es una de las ilustraciones más poderosas que
se nos hayan dado de las luchas y las tentaciones de la humanidad,
y de un verdadero arrepentimiento hacia Dios y una fe sincera en
nuestro Señor Jesucristo. A través de todos los siglos ha resultado ser
una fuente de aliento para las almas que, habiendo caído en el pecado,
han tenido que luchar bajo el peso agobiador de su culpa. Miles de
los hijos de Dios han sido los que, después de haber sido entregados
traidoramente al pecado y cuando estaban a punto de desesperar,
recordaron como el arrepentimiento sincero y la confesión de David
fueron aceptados por Dios, no obstante haber tenido que sufrir las
consecuencias de su transgresión; y también cobraron ánimo para
arrepentirse y procurar nuevamente andar por los senderos de los
mandamientos de Dios.
Quienquiera que bajo la reprensión de Dios humille su alma con
la confesión y el arrepentimiento, tal como lo hizo David, puede
estar seguro de que hay esperanza para él. Quienquiera que acepte
por la fe las promesas de Dios, hallará perdón. Jamás rechazará
el Señor a un alma verdaderamente arrepentida. El ha dado esta
promesa: “Echen mano ... de mi fortaleza, y hagan paz conmigo. ¡Sí,
que hagan paz conmigo!” “Deje el impío su camino, y el hombre
inicuo sus pensamientos: y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él
misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.”
Isaías 27:5 (VM)
;
55:7
.
[787]