Página 69 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Set y Enoc
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más intensa era su nostalgia del hogar de Dios. Mientras estaba aún
en la tierra, vivió por la fe en el reino de luz.
“Bienaventurados los de limpio corazón: porque ellos verán a
Dios.”
Mateo 5:8
. Durante trescientos años Enoc buscó la pureza del
alma, para estar en armonía con el Cielo. Durante tres siglos anduvo
con Dios. Día tras día anheló una unión más íntima; esa comunión
se hizo más y más estrecha, hasta que Dios lo llevó consigo. Había
llegado al umbral del mundo eterno, a un paso de la tierra de los
bienaventurados; se le abrieron los portales, y continuando su andar
con Dios, tanto tiempo proseguido en la tierra, entró por las puertas
de la santa ciudad. Fué el primero de los hombres que llegó allí.
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La desaparición de Enoc se sintió en la tierra. La voz de instruc-
ción y amonestación que se había escuchado día tras día se echó de
menos. Hubo algunos, entre los justos y los impíos, que presenciaron
su partida; y con la esperanza de que se le hubiese llevado a uno
de sus lugares de retiro, los que le amaban hicieron una diligente
búsqueda, así como más tarde los hijos de los profetas buscaron a
Elías; pero fué sin resultado. Informaron que no estaba en ninguna
parte, porque Dios lo había llevado consigo.
Mediante la traslación de Enoc, el Señor quiso dar una importan-
te lección. Había peligro de que los hombres cedieran al desaliento,
debido a los temibles resultados del pecado de Adán. Muchos es-
taban dispuestos a exclamar: “¿De qué nos sirve haber temido al
Señor y guardado sus ordenanzas, ya que una terrible maldición pesa
sobre la humanidad, y a todos nos espera la muerte?” Pero las ins-
trucciones que Dios dió a Adán, repetidas por Set y practicadas por
Enoc, despejaron las tinieblas y la tristeza e infundieron al hombre
la esperanza de que, como por Adán vino la muerte, por el Redentor
prometido vendría la vida y la inmortalidad.
Satanás procuraba inculcar a los hombres la creencia de que
no había premio para los justos ni castigo para los impíos, y que
era imposible para el hombre obedecer los estatutos divinos. Pero
en el caso de Enoc, Dios declara de sí mismo que “existe y que
es remunerador de los que le buscan.”
Hebreos 11:6
. Revela lo
que hará en bien de los que guardan sus mandamientos. A los
hombres se les demostró que se puede obedecer la ley de Dios; que
aun viviendo entre pecadores corruptos, podían, mediante la gracia
de Dios, resistir la tentación y llegar a ser puros y santos. Vieron