Página 694 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

Basic HTML Version

690
Historia de los Patriarcas y Profetas
Dios quita la vida, sino que
arbitra medio para que su desviado no
sea de él
excluido.”
Este cuadro tierno y conmovedor del amor de Dios hacia el peca-
dor, que provenía, como en realidad así era, de Joab, el soldado rudo,
es una evidencia sorprendente de cuán familiarizados estaban los
israelitas con las grandes verdades de la redención. El rey, sintiendo
su propia necesidad de la misericordia de Dios, no pudo resistir esta
súplica. Ordenó a Joab: “Ve, y haz volver al mozo Absalom.”
Se le permitió a Absalón que volviera a Jerusalén, pero no que
se presentara en la corte ni ante su padre. David había comenzado a
ver los efectos de su complacencia hacia sus hijos; y aunque amaba
tiernamente a este hijo hermoso y tan bien dotado, creyó necesario
manifestar su aborrecimiento por su crimen, como una lección tanto
para Absalón como para el pueblo. Absalón vivió durante dos años
en su propia casa, pero alejado de la corte. Su hermana vivía con él, y
la presencia de ella mantenía vivo el recuerdo del agravio irreparable
que ella había sufrido. En opinión del pueblo, el príncipe era un
héroe más bien que un delincuente. Y teniendo esta ventaja, se puso
a ganarse el corazón del pueblo. Su aspecto personal era tal que
conquistaba la admiración de todos los que le veían. “Y no había en
todo Israel hombre tan hermoso como Absalom, de alabar en gran
manera: desde la planta de su pie hasta la mollera no había en él
defecto.”
No fué prudente de parte del rey dejar a un hombre del carácter
de Absalón, ambicioso, impulsivo y apasionado, para que cavilara
[790]
durante dos años sobre supuestos agravios. Y la acción de David, al
permitirle regresar a Jerusalén, y sin embargo, negarse a admitirle
en su presencia, le granjeó al hijo la simpatía del pueblo.
David, que recordaba siempre su propia transgresión de la ley
de Dios, parecía estar moralmente paralizado; se revelaba débil e
irresoluto mientras que antes de su pecado había sido valeroso y
decidido. Había disminuído su influencia con el pueblo; y todo esto
favorecía los designios de su hijo desnaturalizado.
Gracias a la influencia de Joab, Absalón fué nuevamente admi-
tido en la presencia de su padre; pero aunque exteriormente hubo
reconciliación, él continuó con sus proyectos ambiciosos. Asumió
una condición casi de realeza, haciendo que carros y caballos, y
cincuenta hombres, corrieran delante de él adondequiera que fuera.