Página 699 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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La rebelión de Absalón
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Al llegar a la cumbre del monte, el rey se postró en oración,
confiando a Dios la carga de su alma e implorando humildemente la
misericordia divina. Pareció que su oración era contestada en segui-
da. Husai, el arachita, consejero sabio y capaz, que había resultado
ser un amigo fiel de David, se presentó ahora ante él con su indumen-
taria rasgada, y con tierra en la cabeza, para unir su suerte a la del
rey destronado y fugitivo. David vió, como por iluminación divina,
que este hombre fiel y leal era el que se necesitaba para servir a los
intereses del rey en los consejos de la capital. A pedido de David,
Husai volvió a Jerusalén, para ofrecer sus servicios a Absalón, y
neutralizar el artero consejo de Achitophel.
Con este rayo de luz en las tinieblas, el rey y su séquito conti-
nuaron su marcha y descendieron por la ladera oriental del monte de
los Olivos, a través de un desierto rocalloso y desolado, pasando por
quebradas salvajes y a lo largo de senderos pedregosos y escarpados,
en dirección al Jordán.
“Y vino el rey David hasta Bahurim: y he aquí, salía uno de la
familia de la casa de Saúl, el cual se llamaba Semei, hijo de Gera; y
salía maldiciendo, y echando piedras contra David, y contra todos los
siervos del rey David: y todo el pueblo, y todos los hombres valientes
estaban a su diestra y a su siniestra. Y decía Semei, maldiciéndole:
Sal, sal, varón de sangres, y hombre de Belial: Jehová te ha dado
el pago de toda la sangre de la casa de Saúl, en lugar del cual tú
has reinado: mas Jehová ha entregado el reino en mano de tu hijo
Absalom; y hete aquí sorprendido en tu maldad, porque eres varón
de sangres.”
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Durante la prosperidad de David, Semei no había demostrado
mediante sus palabras o hechos que no era un súbdito leal. Pero
cuando la aflicción sobrecogió al rey, este descendiente de la tribu
de Benjamín reveló su verdadero carácter. Había honrado a David
cuando éste ocupaba el trono, pero lo maldecía en su desgracia.
Vil y egoísta, consideraba a los demás como poseedores del mismo
carácter, y bajo la inspiración de Satanás, volcó su odio contra el
hombre a quien Dios había castigado. El espíritu que induce al
hombre a pisotear, vilipendiar o afligir al que está atribulado, es el
espíritu de Satanás.
Las acusaciones de Semei contra David eran del todo falsas, eran
una calumnia sin fundamento y maligna. David no era culpable de