Página 73 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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El diluvio
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pero su ley fué quebrantada, y como resultado cometieron todos los
pecados concebibles. La impiedad de los hombres fué manifiesta y
osada, la justicia fué pisoteada en el polvo, y las lamentaciones de
los oprimidos ascendieron hasta el cielo.
La poligamia había sido introducida desde temprano, contra la
divina voluntad manifestada en el principio. El Señor dió a Adán
una mujer, revelando así sus órdenes. Pero después de la caída,
los hombres prefirieron seguir sus deseos pecaminosos: y como
resultado, aumentaron rápidamente los delitos y la desgracia. No
se respetaba el vínculo matrimonial ni los derechos de propiedad.
Cualquiera que codiciaba las mujeres o los bienes de su prójimo, los
tomaba por la fuerza, y los hombres se regocijaban en sus hechos de
violencia. Gozaban matando los animales; y el consumo de la carne
como alimento los volvía aún más crueles y sedientos de sangre,
hasta que llegaron a considerar la vida humana con sorprendente
indiferencia.
El mundo estaba en su infancia; no obstante, la iniquidad del
género humano se había hecho tan profunda y general que Dios no
pudo soportarla más; y dijo: “Raeré los hombres que he criado de
sobre la faz de la tierra.”
Vers. 7
;
véase el Apéndice, nota 1.
Declaró
que su Espíritu no contendería para siempre con la humanidad cul-
pable. Si los hombres no cesaban de manchar el mundo y sus ricos
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tesoros con sus pecados, los borraría de su creación, y destruiría las
cosas que con tanta delicia les había brindado; arrebataría las bestias
de los campos, y la vegetación que les suministraba abundante abas-
tecimiento de alimentos, y transformaría la bella tierra en un vasto
panorama de desolación y ruina.
En medio de la corrupción reinante, Matusalén, Noé y muchos
más, trabajaron para conservar el conocimiento del verdadero Dios
y para detener la ola del mal. Ciento veinte años antes del diluvio,
el Señor, mediante un santo ángel, comunicó a Noé su propósito, y
le ordenó que construyese un arca. Mientras la construía, había de
predicar que Dios iba a traer sobre la tierra un diluvio para destruir a
los impíos. Los que creyesen en el mensaje, y se preparasen para ese
acontecimiento mediante el arrepentimiento y la reforma, obtendrían
perdón y serían salvos. Enoc había repetido a sus hijos lo que Dios
le había manifestado tocante al diluvio, y Matusalén y sus hijos, que