Página 74 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
alcanzaron a oír las prédicas de Noé, le ayudaron en la construcción
del arca.
Dios dió a Noé las dimensiones exactas del arca, y explícitas
instrucciones acerca de todos los detalles de su construcción. La
sabiduría humana no podría haber ideado una estructura de tan-
ta solidez y durabilidad. Dios fué el diseñador, y Noé el maestro
constructor. Se construyó como el casco de un barco, para que pu-
diese flotar en el agua, pero en ciertos aspectos se parecía más a
una casa. Tenía tres pisos, con sólo una puerta en un costado. La
luz entraba por la parte superior, y las distintas secciones estaban
arregladas de tal manera que todas recibían luz. En la construcción
del arca se empleó madera de ciprés, que duraría cientos de años. La
construcción de esta estructura fué un proceso lento y trabajoso. A
pesar de la gran fuerza que poseían los hombres de aquel entonces,
debido al gran tamaño de los árboles y la naturaleza de la madera,
se necesitaba mucho más tiempo que ahora para prepararla. Se hizo
todo lo humanamente posible para que la obra resultase perfecta; sin
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embargo, el arca de por sí no hubiera podido soportar la tempestad
que había de venir sobre la tierra. Sólo Dios podía guardar a sus
siervos de las aguas borrascosas.
“Por la fe Noé, habiendo recibido respuesta de cosas que aun
no se veían, con temor aparejó el arca en que su casa se salvase:
por la cual fe condenó al mundo, y fué hecho heredero de la justicia
que es por la fe.”
Hebreos 11:7
. Mientras Noé daba al mundo su
mensaje de amonestación, sus obras demostraban su sinceridad. Así
se perfeccionó y manifestó su fe. Dió al mundo el ejemplo de creer
exactamente lo que Dios dice. Todo lo que poseía lo invirtió en el
arca. Cuando empezó a construir aquel inmenso barco en tierra seca,
multitudes vinieron de todos los rumbos a ver aquella extraña escena,
y a oír las palabras serias y fervientes de aquel singular predicador.
Cada martillazo dado en la construcción del arca era un testimonio
para la gente.
Al principio, pareció que muchos recibirían la advertencia; sin
embargo, no se volvieron a Dios con verdadero arrepentimiento. No
quisieron renunciar a sus pecados. Durante el tiempo que precedió
al diluvio, su fe fué probada, pero ellos no resistieron esa prueba.
Vencidos por la incredulidad reinante, se unieron a sus antiguos
camaradas para rechazar el solemne mensaje. Algunos estaban pro-