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Historia de los Patriarcas y Profetas
se derivó una bendición, no sólo para el patriarca y su familia, sino
también para todos los que habrían de vivir en la tierra. “Y percibió
Jehová olor de suavidad; y dijo Jehová en su corazón: No tornaré
más a maldecir la tierra por causa del hombre.... Todavía serán todos
los tiempos de la tierra; la sementera y la siega, y el frío y calor,
verano e invierno, y día y noche, no cesarán.”
Vers. 21, 22
.
En esto había una lección para las futuras generaciones. Noé
había tornado a una tierra desolada; pero antes de preparar una
casa para sí, construyó un altar para Dios. Su ganado era poco, y
había sido conservado con gran esfuerzo. No obstante, con alegría
dió una parte al Señor, en reconocimiento de que todo era de él.
Asimismo nuestro primer deber consiste en dar a Dios nuestras
ofrendas voluntarias. Toda manifestación de su misericordia y su
amor hacia nosotros debe ser reconocida con gratitud, mediante
actos de devoción y ofrendas para su obra.
Para evitar que las nubes y las lluvias llenasen a los hombres
de constante terror, por temor a otro diluvio, el Señor animó a la
familia de Noé mediante una promesa: “Estableceré mi pacto con
vosotros, ... ni habrá más diluvio para destruir la tierra.... Mi arco
pondré en las nubes, el cual será por señal de convenio entre mí y la
tierra. Y será que cuando haré venir nubes sobre la tierra, se dejará
ver entonces mi arco en las nubes, ... y verlo he para acordarme del
pacto perpetuo entre Dios y toda alma viviente.”
Génesis 9:11-16
.
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¡Cuán grandes fueron la condescendencia y compasión que Dios
manifestó hacia sus criaturas descarriadas al colocar el bello arco iris
en las nubes como señal de su pacto con el hombre! El Señor declaró
que al ver el arco iris recordaría su pacto. Esto no significa que
pudiera olvidarlo, sino que nos habla en nuestro propio lenguaje, para
que podamos comprenderle mejor. Quería el Señor que cuando los
niños de las generaciones futuras preguntasen por el significado del
glorioso arco que se extiende por el cielo, sus padres les repitiesen la
historia del diluvio, y les explicasen que el Altísimo había combado
el arco, y lo había colocado en las nubes para asegurarles que las
aguas no volverían jamás a inundar la tierra. Así sería el arco iris,
de generación en generación, un testimonio del amor divino hacia el
hombre, y fortalecería su confianza en Dios.
En el cielo una semejanza del arco iris rodea el trono y nimba la
cabeza de Cristo. El profeta dice: “Cual parece el arco del cielo que