“¿Qué haces aquí?”
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y a Jehú hijo de Nimsi, ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo
de Saphat, de Abel-mehula, ungirás para que sea profeta en lugar
de ti. Y será, que el que escapare del cuchillo de Hazael, Jehú lo
matará; y el que escapare del cuchillo de Jehú, Eliseo lo matará.”
Elías había pensado que él era el único que adoraba al verdadero
Dios en Israel; pero el que lee en todos los corazones reveló al
profeta que eran muchos los que a través de los largos años de
apostasía le habían permanecido fieles. Dijo Dios: “Yo haré que
queden en Israel siete mil; todas rodillas que no se encorvaron a
Baal, y bocas todas que no lo besaron.”
Son muchas las lecciones que se pueden sacar de lo que experi-
mentó Elías durante aquellos días de desaliento y derrota aparente,
y son lecciones inestimables para los siervos de Dios en esta épo-
ca, que se distingue por una desviación general de lo correcto. La
apostasía que prevalece hoy es similar a la que se extendió en Is-
rael en tiempos del profeta. Multitudes siguen hoy a Baal al exaltar
lo humano sobre lo divino, al alabar a los dirigentes populares, al
rendir culto a Mammón y al colocar las enseñanzas de la ciencia
sobre las verdades de la revelación. La duda y la incredulidad están
ejerciendo su influencia nefasta sobre las mentes y los corazones,
y muchos están reemplazando los oráculos de Dios por las teorías
de los hombres. Se enseña públicamente que hemos llegado a un
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tiempo en que la razón humana debe ser exaltada sobre las ense-
ñanzas de la Palabra. La ley de Dios, divina norma de la justicia, se
declara anulada. El enemigo de toda verdad está obrando con poder
engañoso para inducir a hombres y mujeres a poner las instituciones
humanas donde Dios debiera estar, y a olvidar lo que fué ordenado
para la felicidad y salvación de la humanidad.
Sin embargo, esta apostasía, por extensa que haya llegado a ser,
no es universal. No todos los habitantes del mundo son inicuos y
pecaminosos; no todos se han decidido en favor del enemigo. Dios
tiene a muchos millares que no han doblado la rodilla ante Baal,
muchos que anhelan comprender más plenamente lo que se refiere a
Cristo y a la ley, muchos que esperan contra toda esperanza que Jesús
vendrá pronto para acabar con el reinado del pecado y de la muerte.
Y son muchos los que han estado adorando a Baal por ignorancia,
pero con los cuales el Espíritu de Dios sigue contendiendo.