Página 138 - Profetas y Reyes (1957)

Basic HTML Version

134
Profetas y Reyes
la provocación con que me provocaste a ira, y con que has hecho
pecar a Israel.”
Y acerca de Jezabel el Señor declaró: “Los perros comerán a
Jezabel en la barbacana de Jezreel. El que de Achab fuere muerto
en la ciudad, perros le comerán: y el que fuere muerto en el campo,
comerlo han las aves del cielo.”
Cuando el rey oyó este mensaje pavoroso, “rasgó sus vestidos,
y puso saco sobre su carne, y ayunó, y durmió en saco, y anduvo
humillado.
“Entonces fué palabra de Jehová a Elías Thisbita, diciendo: ¿No
has visto como Achab se ha humillado delante de mí? Pues por
cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días:
en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa.”
Menos de tres años después, el rey Acab fué muerto por los
sirios. Ocozías, su sucesor, “hizo lo malo en los ojos de Jehová, y
anduvo en el camino de su padre, y en el camino de su madre, y en
el camino de Jeroboam... Porque sirvió a Baal, y lo adoró, y provocó
a ira a Jehová Dios de Israel” (
1 Reyes 22:52-54
), como había hecho
su padre Acab. Pero los juicios siguieron pronto a los pecados del
rey rebelde. Una guerra desastrosa con Moab, y luego un accidente
en el cual su vida fué amenazada, atestiguaron la ira de Dios contra
él.
Habiendo caído “por las celosías de una sala,” quedó Ocozías
gravemente herido, y temiendo lo que de ello pudiera resultar, envió
a algunos de sus siervos para que averiguasen de Baal-zebub, dios de
[155]
Ecrón, si se restablecería o no. Se creía que el dios de Ecrón podía
dar información, mediante sus sacerdotes, acerca de acontecimientos
futuros. Mucha gente iba a hacerle preguntas; pero las prediccio-
nes que se hacían allí y la información que se daba, procedían del
príncipe de las tinieblas.
Un hombre de Dios se encontró con los siervos de Ocozías y les
ordenó que volviesen al rey para llevarle este mensaje: “¿No hay
Dios en Israel, que vosotros vais a consultar a Baal-zebub dios de
Ecrón? Por tanto así ha dicho Jehová: Del lecho en que subiste no
descenderás, antes morirás ciertamente.” Habiendo comunicado su
mensaje, el profeta partió.
Los asombrados siervos se apresuraron a volver al rey, y le re-
pitieron las palabras del varón de Dios. El rey preguntó: “¿Qué