Página 140 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
profética, y que en su lugar la superstición y la hechicería satánica
cautivan muchos intelectos.
Hoy los misterios del culto pagano han sido reemplazados por
reuniones y sesiones secretas, por las obscuridades y los prodigios
de los médiums espiritistas. Las revelaciones de estos médiums
son recibidas con avidez por miles que se niegan a aceptar la luz
comunicada por la palabra de Dios o por su Espíritu. Los que creen
en el espiritismo hablan tal vez con desprecio de los antiguos magos,
pero el gran engañador se ríe triunfante mientras ceden a las artes
que él práctica en una forma diferente.
Son muchos los que se horrorizan al pensar en consultar a los
médiums espiritistas, pero se sienten atraídos por las formas más
agradables del espiritismo. Otros son extraviados por las enseñanzas
de la Ciencia Cristiana, y por el misticismo de la Teosofía y otras
religiones orientales.
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Los apóstoles de casi todas las formas de espiritismo aseveran
tener el poder de curar. Atribuyen este poder a la electricidad, el
magnetismo, los remedios que obran, dicen, por “simpatía,” o a
fuerzas latentes en la mente humana. Y no son pocos, aun en esta
era cristiana, los que se dirigen a tales curanderos en vez de confiar
en el poder del Dios viviente y en la capacidad de médicos bien
preparados. La madre que vela al lado de la cama de su niño enfermo
exclama: “Nada puedo hacer ya. ¿No hay médico que tenga poder
para sanar a mi hijo?” Se le habla de las curaciones admirables
realizadas por algún clarividente o sanador magnético, y le confía
a su amado, colocándolo tan ciertamente en las manos de Satanás
como si éste estuviese a su lado. En muchos casos la vida futura del
niño queda dominada por un poder satánico que parece imposible
quebrantar.
Dios tuvo motivos de desagrado en la impiedad de Ocozías.
¿Qué había dejado de hacer el Señor para conquistar el corazón de
Israel, e inspirarle confianza en su poder? Durante siglos, había dado
a su pueblo pruebas de su bondad y amor sin iguales. Desde el prin-
cipio, le había demostrado que sus “delicias son con los hijos de los
hombres.”
Proverbios 8:31
. Había sido un auxilio siempre presente
para todos los que le buscaran con sinceridad. Sin embargo, en esa
ocasión, el rey de Israel, al apartarse de Dios para solicitar ayuda
al peor enemigo de su pueblo, proclamó a los paganos que tenía