Página 146 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
elevada. Aprendía a servir; y al aprender esto, aprendía también a dar
instrucciones y a dirigir. Esto encierra una lección para todos. Nadie
puede saber lo que Dios se propone lograr con sus disciplinas; pero
todos pueden estar seguros de que la fidelidad en las cosas pequeñas
es evidencia de idoneidad para llevar responsabilidades mayores.
Cada acto de la vida es una revelación del carácter; y únicamente
aquel que en los deberes pequeños demuestra ser “obrero que no
tiene de qué avergonzarse” (
2 Timoteo 2:15
) puede ser honrado por
Dios con una invitación a prestar un servicio más elevado.
El que considera que no tiene importancia la manera en que
cumple las tareas más pequeñas, demuestra que no está preparado
para un puesto de más honra. Puede considerarse muy competente
para encargarse de los deberes mayores; pero Dios mira más hondo
que la superficie. Después de la prueba, queda escrita esta sentencia
contra él: “Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto.” Su
infidelidad reacciona sobre él mismo. No obtiene la gracia, el poder,
la fuerza de carácter, que se reciben por una entrega sin reservas.
Por no estar relacionados con alguna obra directamente religiosa,
muchos consideran que su vida es inútil, que nada hacen para hacer
progresar el reino de Dios. Si tan sólo pudiesen hacer algo grande,
¡con cuánto gusto lo emprenderían! Pero porque sólo pueden servir
en cosas pequeñas, se consideran justificados por no hacer nada. En
esto yerran. Un hombre puede estar sirviendo activamente a Dios
mientras se dedica a los deberes comunes de cada día; mientras
derriba árboles, prepara la tierra, o sigue el arado. La madre que
educa a sus hijos para Cristo está tan ciertamente trabajando para
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Dios como el ministro en el púlpito.
Muchos sienten el anhelo de poseer algún talento especial con
que hacer una obra maravillosa, mientras pierden de vista los deberes
que tienen a mano, cuyo cumplimiento llenaría la vida de fragancia.
Ejecuten los padres los deberes que se encuentran directamente en su
camino. El éxito no depende tanto del talento como de la energía y
de la buena voluntad. No es la posesión de talentos magníficos lo que
nos habilita para prestar un servicio aceptable, sino el cumplimiento
concienzudo de los deberes diarios, el espíritu contento, el interés
sincero y sin afectación por el bienestar de los demás. En la suerte
más humilde puede hallarse verdadera excelencia. Las tareas más