Página 150 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
Durante varios años después del llamamiento de Eliseo, él y Elías
trabajaron juntos, de modo que el hombre más joven iba adquiriendo
diariamente mayor preparación para su obra. Elías había sido usado
por Dios para destruir males gigantescos. La idolatría que, fomentada
por Acab y la pagana Jezabel, había seducido a la nación, había
sido detenida en forma decidida. Habían sido muertos los profetas
de Baal. Todo el pueblo de Israel había quedado profundamente
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conmovido, y muchos volvían a adorar a Dios. Como sucesor de
Elías, Elíseo debía esforzarse por guiar a Israel en sendas seguras
mediante una instrucción paciente y cuidadosa. Su trato con Elías,
el mayor profeta que se conociera desde Moisés, le preparó para la
obra que pronto debería hacer solo.
Una y otra vez, durante esos años de ministerio conjunto, Elías
debió reprender severamente males flagrantes. Cuando el impío
Acab se apoderó del viñedo de Nabot, fué la voz de Elías la que
profetizó su condenación y la de toda su casa. Y cuando Ocozías,
después de la muerte de su padre Acab, despreció al Dios viviente y
se dirigió a Baal-zebub, dios de Ecrón, fué la voz de Elías la que se
oyó una vez más en ardiente protesta.
Las escuelas de los profetas establecidas por Samuel habían
caído en decadencia durante los años de apostasía que hubo en Israel.
Elías restableció estas escuelas y tomó medidas para que los jóvenes
pudieran educarse en forma que los indujese a magnificar y honrar
la ley. En el relato se mencionan tres de esas escuelas. Una estaba
en Gilgal, otra en Betel y la tercera en Jericó. Precisamente antes
que Elías fuese arrebatado al cielo, visitó con Eliseo estos centros
de educación. El profeta de Dios repitió entonces las lecciones que
les había dado en visitas anteriores. Instruyó especialmente a los
jóvenes acerca de su alto privilegio de mantenerse lealmente fieles al
Dios del cielo. También grabó en su mente la importancia que tenía
el dejar que la sencillez caracterizase todo detalle de su educación.
Solamente así podrían recibir la impresión celestial y salir a trabajar
en los caminos del Señor.
El corazón de Elías quedó alentado al ver él lo que lograban esas
escuelas. La obra de reforma no había terminado, pero en todo el
reino podía verse que se verificaba la palabra del Señor: “Y yo haré
que queden en Israel siete mil; todas rodillas que no se encorvaron a
Baal.”
1 Reyes 19:18
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