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Profetas y Reyes
dentor de la gracia puede desarrollar el carácter deficiente en forma
simétrica, para hacerle llevar abundantes frutos.
El corazón que recibe la palabra de Dios no es un estanque que
se evapora ni es una cisterna rota que pierda su tesoro. Es como
el arroyo de las montañas, alimentado por manantiales inagotables,
cuyas aguas frescas y chispeantes saltan de roca en roca, refrigerando
a los cansados, sedientos y cargados. Es como un río que fluye
constantemente, y a medida que avanza se va haciendo más hondo y
más ancho, hasta que sus aguas vivificantes se extienden por toda
la tierra. El arroyo que prosigue su curso cantando, deja detrás de
sí sus dones de verdor y copiosos frutos. La hierba de sus orillas es
de un verde más fresco; los árboles son más frondosos y las flores
más abundantes. Mientras la tierra se desnuda y se obscurece bajo
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el calor que la afecta durante el verano, el curso del río es una raya
de verdor en el panorama.
Así también sucede con el verdadero hijo de Dios. La religión
de Cristo se revela como principio vivificante, como una energía
espiritual viva y activa que lo compenetra todo. Cuando el corazón se
abre a la influencia celestial de la verdad y del amor, estos principios
vuelven a fluir como arroyos en el desierto, y hacen fructificar lo
que antes parecía árido y sin vida.
Mientras los que han sido purificados y santificados por un co-
nocimiento de la verdad bíblica se dediquen cordialmente a la obra
de salvar almas, llegarán a ser un sabor de vida para vida. Y mien-
tras beban diariamente de la fuente inagotable de la gracia y el
conocimiento, encontrarán que su propio corazón llega a rebosar
del Espíritu de su Maestro, y que por su abnegado ministerio mu-
chos son beneficiados física, mental y espiritualmente. Los cansados
quedan refrigerados, los enfermos recobran la salud, y encuentran
alivio los que estaban cargados de pecado. Aun en países lejanos
brotan palabras de agradecimiento de los labios de aquellos cuyos
corazones fueron desviados del servicio del pecado a la justicia.
“Dad, y se os dará” (
Lucas 6:38
); porque la Palabra de Dios es
“fuente de huertos, pozo de aguas vivas, que corren del Líbano.”
Cantares 4:15
.
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