Página 157 - Profetas y Reyes (1957)

Basic HTML Version

Capítulo 19—Un profeta de paz
Este capítulo está basado en 2 Reyes 4.
La obra de Eliseo como profeta fué en algunos respectos muy
diferente de lo que había sido la de Elías. A éste fueron confiados
mensajes de condenación y juicio; su voz expresó reprensiones
intrépidas e invitó al rey y al pueblo a apartarse de sus malos caminos.
Eliseo tuvo una misión más pacífica; le tocó fortalecer la obra que
Elías había empezado y enseñar al pueblo el camino del Señor. La
Inspiración nos lo describe como hombre que tenía trato personal
con el pueblo y que, rodeado por los hijos de los profetas, impartía
curación y regocijo por sus milagros y su ministerio.
Eliseo era hombre de espíritu benigno y bondadoso; pero tam-
bién podía ser severo, como lo demostró su conducta cuando, en
camino a Betel, se burlaron de él los jóvenes impíos que habían sali-
do de la ciudad. Ellos habían oído hablar de la ascensión de Elías,
e hicieron de este acontecimiento solemne un motivo de burlas, di-
ciendo a Eliseo: “¡Calvo, sube! ¡calvo, sube!” Al oír sus palabras de
burla el profeta se dió vuelta, y bajo la inspiración del Todopoderoso
pronunció una maldición sobre ellos. El espantoso castigo que siguió
provino de Dios, “Y salieron dos osos del monte, y despedazaron de
ellos cuarenta y dos muchachos.”
2 Reyes 2:23, 24
.
Si Eliseo hubiese pasado por alto las burlas, la turba habría
continuado ridiculizándole, y en un tiempo de grave peligro nacional
podría haber contrarrestado su misión destinada a instruir y salvar.
Este único caso de terrible severidad bastó para imponer respeto
durante toda su vida. Durante cincuenta años entró y salió por la
puerta de Betel, para recorrer la tierra de ciudad en ciudad y pasar
[178]
por entre muchedumbres de jóvenes ociosos, rudos y disolutos; pero
nadie se burló de él ni de sus cualidades como profeta del Altísimo.
Aun la bondad debe tener sus límites. La autoridad debe man-
tenerse por una severidad firme, o muchos la recibirán con burla
y desprecio. La así llamada ternura, los halagos y la indulgencia
153