Página 166 - Profetas y Reyes (1957)

Basic HTML Version

162
Profetas y Reyes
Con el transcurso de los años, el siervo de Eliseo, Giezi, había
tenido oportunidad de desarrollar el mismo espíritu de abnegación
que caracterizaba la obra de su amo. Había tenido el privilegio de
llegar a ser noble portaestandarte en el ejército del Señor. Durante
mucho tiempo habían estado a su alcance los mejores dones del
Cielo; y sin embargo, apartándose de ellos, había codiciado en su
lugar el vil metal de las riquezas mundanales. Y ahora los anhelos
ocultos de su espíritu avariento le indujeron a ceder a la tentación
abrumadora. Razonó: “He aquí mi señor estorbó a este Siro Naamán,
no tomando de su mano las cosas que había traído... Correré yo tras
él, y tomaré de él alguna cosa.” Y así fué como en secreto “siguió
Giezi a Naamán.”
“Y como le vió Naamán que venía corriendo tras él, apeóse
del carro para recibirle, y dijo: ¿Va bien?” Entonces Giezi mintió
deliberadamente. Dijo: “Mi señor me envía a decir: He aquí vinieron
a mí en esta hora del monte de Ephraim dos mancebos de los hijos
de los profetas: ruégote que les des un talento de plata, y sendas
mudas de vestidos.” Gustosamente Naamán accedió a dar lo pedido,
insistiendo en que Giezi recibiese dos talentos de plata en vez de
[188]
uno, “y dos mudas de vestidos,” y envió a sus siervos para que
transportasen ese tesoro.
Al acercarse a la casa de Eliseo, Giezi despidió a los criados y
ocultó la plata y las prendas de ropa. Hecho esto, “entró, y púsose
delante de su señor;” para evitar una censura, profirió una segunda
mentira. En respuesta a la pregunta del profeta: “¿De dónde vienes?”
Giezi contestó: “Tu siervo no ha ido a ninguna parte.”
La denuncia severa que oyó entonces demostró que Eliseo lo
sabía todo. Preguntó: “¿No fué también mi corazón, cuando el hom-
bre volvió de su carro a recibirte? ¿es tiempo de tomar plata, y de
tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? La
lepra de Naamán se te pegará a ti, y a tu simiente para siempre.” La
retribución alcanzó prestamente al culpable. Salió de la presencia de
Eliseo “leproso, blanco como la nieve.”
Solemnes son las lecciones que enseña lo experimentado por un
hombre a quien habían sido concedidos altos y santos privilegios.
La conducta de Giezi fué tal que podía resultar en piedra de tropiezo
para Naamán, sobre cuyo espíritu había resplandecido una luz ad-
mirable, y se hallaba favorablemente dispuesto para servir al Dios