Página 180 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
muchos años más tarde, presa de las naciones circundantes, porque
se olvidó de Dios y manifestó un orgullo jactancioso. (Véase el
capítulo 30, “Librados de Asiria.”)
Cuando Jonás conoció el propósito que Dios tenía de perdonar a
la ciudad, que, a pesar de su maldad había sido inducida a arrepen-
tirse en saco y ceniza, debiera haber sido el primero en regocijarse
por la asombrosa gracia de Dios; pero en vez de hacerlo permitió
que su mente se espaciase en la posibilidad de que se le considerase
falso profeta. Celoso de su reputación, perdió de vista el valor in-
finitamente mayor de las almas de aquella miserable ciudad. Pero
al notar la compasión manifestada por Dios hacia los arrepentidos
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ninivitas “Jonás se apesadumbró en extremo, y enojóse.” Preguntó
al Señor: “¿No es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por
eso me precaví huyendo a Tarsis: porque sabía yo que tú eres Dios
clemente y piadoso, tardo a enojarte, y de grande misericordia, y
que te arrepientes del mal.”
Jonás 4:1, 2
.
Una vez más cedió a su inclinación a dudar, y una vez más
fué abrumado por el desaliento. Perdiendo de vista los intereses
ajenos, y dominado por el sentimiento de que era preferible morir
antes que ver sobrevivir la ciudad, exclamó, en su desconformidad:
“Ahora pues, oh Jehová, ruégote que me mates; porque mejor me es
la muerte que la vida.”
El Señor preguntó: “¿Haces tú bien en enojarte tanto? Y salióse
Jonás de la ciudad, y asentó hacia el oriente de la ciudad, e hízose allí
una choza, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué sería
de la ciudad. Y preparó Jehová Dios una calabacera, la cual creció
sobre Jonás para que hiciese sombra sobre su cabeza, y le defendiese
de su mal: y Jonás se alegró grandemente por la calabacera.”
Vers.
3-6
.
El Señor dió entonces a Jonás una lección objetiva. “Preparó un
gusano al venir la mañana del día siguiente, el cual hirió a la calaba-
cera, y secóse. Y acaeció que al salir el sol, preparó Dios un recio
viento solano; y el sol hirió a Jonás en la cabeza, y desmayábase, y
se deseaba la muerte, diciendo: Mejor sería para mí la muerte que
mi vida.”
Nuevamente Dios habló a su profeta: “¿Tanto te enojas por la
calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte.