Página 181 - Profetas y Reyes (1957)

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Nínive, ciudad sobremanera grande
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“Y dijo Jehová: Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual
no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche
nació, y en espacio de otra noche pereció: ¿y no tendré yo piedad de
Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento y veinte mil
personas que no conocen su mano derecha ni su mano izquierda, y
muchos animales?”
Vers. 7-11
.
Confundido, humillado e incapaz de comprender el propósito que
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tenía Dios al perdonar a Nínive, Jonás había cumplido sin embargo
la comisión que se le diera de amonestar aquella gran ciudad; y
aun cuando no se cumplió el acontecimiento predicho, el mensaje
de advertencia no dejaba de haber procedido de Dios. Cumplió el
propósito que Dios tenía al mandarlo. La gloria de su gracia se reveló
entre los paganos. Los que habían estado “en tinieblas y sombra de
muerte, aprisionados en aflicción y en hierros, ... clamaron a Jehová
en su angustia” y “librólos de sus aflicciones. Sacólos de las tinieblas
y de la sombra de muerte, y rompió sus prisiones... Envió su palabra,
y curólos, y librólos de su ruina.”
Salmos 107:10, 13, 14, 20
.
Durante su ministerio terrenal, Cristo se refirió al bien realizado
por la predicación de Jonás en Nínive, y comparó a los habitantes
de aquel centro pagano con el pueblo que profesaba pertenecer a
Dios en su época. Declaró: “Los hombres de Nínive se levantarán
en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se
arrepintieron a la predicación de Jonás; y he aquí más que Jonás
en este lugar.”
Mateo 12:40, 41
. En el mundo atareado, dominado
por el bullicio y las altercaciones del comercio, donde los hombres
procuraban obtener todo lo que podían para sí, había venido Cristo;
y sobre la confusión, su voz, como trompeta de Dios, se oyó decir:
“¿Qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde
su alma? o ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?”
Marcos
8:36, 37
.
Como la predicación de Jonás fué una señal para los ninivitas,
lo fué para su propia generación la predicación de Cristo. Pero ¡qué
contraste entre las dos maneras en que fué recibida la palabra! Sin
embargo, frente a la indiferencia y el escarnio, el Salvador siguió
obrando, hasta que hubo cumplido su misión.
Esto constituye una lección para los mensajeros que Dios envía
hoy, cuando las ciudades de las naciones necesitan tan ciertamente
conocer los atributos y propósitos del verdadero Dios, como los
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