Página 187 - Profetas y Reyes (1957)

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El cautiverio asirio
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tarse de las prácticas que habían debilitado al reino, continuaban
en la iniquidad, congratulándose de que cuando llegase la ocasión
podrían alcanzar el poder político que deseaban aliándose con los
paganos. “Y verá Ephraim su enfermedad, y Judá su llaga: irá en-
tonces Ephraim al Assur.” “Y fué Ephraim como paloma incauta,
sin entendimiento: llamarán a Egipto, acudirán al Asirio.” “Hicieron
alianza con los Asirios.”
Oseas 5:13; 7:11; 12:2
.
Mediante el varón de Dios que se había presentado ante el altar
de Betel, mediante Elías y Eliseo, mediante Amós y Oseas, el Señor
había señalado repetidas veces a las diez tribus los males de la
desobediencia. Sin embargo y a pesar de las reprensiones y súplicas,
Israel se había hundido más y más en la apostasía. Declaró el Señor:
“Porque como becerra cerrera se apartó Israel.” “Está mi pueblo
adherido a la rebelión contra mí.”
Oseas 4:16; 11:7
.
Hubo tiempos en que los juicios del Cielo cayeron en forma muy
gravosa sobre el pueblo rebelde. Dios declaró: “Por esta causa corté
con los profetas, con las palabras de mi boca los maté; y tus juicios
serán como luz que sale. Porque misericordia quise, y no sacrificio;
y conocimiento de Dios más que holocaustos. Mas ellos, cual Adam,
traspasaron el pacto: allí prevaricaron contra mí.”
Oseas 6:5-7
.
El mensaje que les llegó finalmente fué: “Oíd palabra de Jehová,
hijos de Israel... Pues que olvidaste la ley de tu Dios, también yo me
olvidaré de tus hijos. Conforme a su grandeza así pecaron contra
mí: trocaré su honra en afrenta. ... Y visitaré sobre él sus caminos, y
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pagaréle conforme a sus obras.”
Oseas 4:1, 6-9
.
La iniquidad de Israel durante el último medio siglo antes de
la cautividad asiria, fué como los días de Noé y como toda otra
época cuando los hombres rechazaron a Dios y se entregaron por
completo al mal hacer. La exaltación de la naturaleza sobre el Dios
de la naturaleza, la adoración de las criaturas en vez del Creador,
resultaron siempre en los males más groseros. Asimismo cuando
el pueblo de Israel, en su culto de Baal y Astarte, rindió supremo
homenaje a las fuerzas de la naturaleza, se separó de todo lo que
es elevador y ennoblecedor y cayó fácilmente presa de la tentación.
Una vez derribadas las defensas del alma, los extraviados adoradores
no tuvieron barrera contra el pecado, y se entregaron a las malas
pasiones del corazón humano.