Página 209 - Profetas y Reyes (1957)

Basic HTML Version

“He ahí a vuestro Dios”
205
por completo sus atributos habían de contemplar todavía la gloria
del carácter divino. Con el propósito de presentar claramente sus
designios misericordiosos, seguía enviando sus siervos los profetas
con el mensaje: “Volveos ahora de vuestro mal camino.”
Jeremías
25:5
. “Por amor de mi nombre dilataré mi furor, y para alabanza mía
te daré largas, para no talarte.” “Por mí, por amor de mí lo haré, para
que no sea mancillado mi nombre, y mi honra no la daré a otro.”
Isaías 48:9, 11
.
El llamamiento al arrepentimiento se proclamó con inequívoca
claridad, y todos fueron invitados a volver. El profeta rogaba: “Bus-
cad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está
cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensa-
[236]
mientos; y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al
Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.”
Isaías 55:6, 7
.
¿Escogiste tú, lector, tu propio camino? ¿Te has extraviado lejos
de Dios? ¿Has procurado alimentarte con los frutos de la transgre-
sión, tan sólo para hallar que se tornan cenizas en tus labios? Y
ahora, frustrados los planes que hiciste para tu vida, muertas tus
esperanzas, ¿te hallas sentado solo y desconsolado? Esa voz que
desde hace mucho ha estado hablando a tu corazón y a la cual no
quisiste escuchar, te llega distinta y clara: “Levantaos, y andad, que
no es ésta la holganza; porque está contaminada, corrompióse, y de
grande corrupción.”
Miqueas 2:10
. Vuelve a la casa de tu Padre. El
te invita diciendo: “Tórnate a mí, porque yo te redimí.” “Venid a
mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las
misericordias firmes a David.”
Isaías 44:22; 55:3
.
No escuches al enemigo cuando te sugiere que te mantengas
alejado de Cristo hasta que hayas mejorado; hasta que seas bas-
tante bueno para allegarte a Dios. Si aguardas hasta entonces, no
te acercarás nunca a él. Cuando Satanás te señale tus vestiduras
inmundas, repite la promesa del Salvador: “Al que a mí viene, no
le echo fuera.”
Juan 6:37
. Di al enemigo que la sangre de Cristo te
limpia de todo pecado. Haz tuya la oración de David: “Purifícame
con hisopo, y seré limpio: lávame, y seré emblanquecido más que la
nieve.”
Salmos 51:7
.
Las exhortaciones dirigidas por el profeta a Judá para que con-
templase al Dios viviente y aceptase sus ofrecimientos misericordio-
sos, no fueron vanas. Hubo algunos que le escucharon con fervor,