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Profetas y Reyes
me con los rebeldes, y los instó a abandonar su conducta impía para
retornar a él. Mediante los hombres a quienes designara, enseñó a
los transgresores el camino de la justicia “renglón tras renglón, línea
sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá.”
Isaías 28:10
.
Y así sucedió durante el reinado de Acaz. Se envió al errante
Israel una invitación tras otra para que volviese a ser leal a Jehová.
Tiernas eran las súplicas que le dirigían los profetas; y mientras
estaban exhortando fervorosamente al pueblo a que se arrepintiese y
se reformase, sus palabras dieron fruto para gloria de Dios.
Por medio de Miqueas fué hecha esta súplica admirable: “Oíd
ahora lo que dice Jehová: Levántate, pleitea con los montes, y oigan
los collados tu voz. Oíd, montes, y fuertes fundamentos de la tierra,
el pleito de Jehová: porque tiene Jehová pleito con su pueblo, y
altercará con Israel.
“Pueblo mío, ¿qué te he hecho, o en qué te he molestado? Res-
ponde contra mí. Porque yo te hice subir de la tierra de Egipto, y
de la casa de siervos te redimí; y envié delante de ti a Moisés, y a
Aarón, y a María.
“Pueblo mío, acuérdate ahora qué aconsejó Balac rey de Moab,
y qué le respondió Balaam, hijo de Beor, desde Sittim hasta Gilgal,
para que conozcas las justicias de Jehová.”
Miqueas 6:1-5
.
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El Dios a quien servimos es longánime; “porque nunca decaye-
ron sus misericordias.”
Lamentaciones 3:22
. Durante todo el tiempo
de gracia, su Espíritu suplica a los hombres para que acepten el don
de la vida. “Vivo yo, dice el Señor Jehová, que no quiero la muer-
te del impío, sino que se torne el impío de su camino, y que viva.
Volveos, volveos de vuestros malos caminos: ¿y por qué moriréis?”
Ezequiel 33:11
. Es el propósito especial de Satanás inducir a los
hombres a pecar, y dejarlos luego, sin defensa ni esperanza, pero
con temor de ir en busca de perdón. Mas Dios los invita así: “Echen
mano esos enemigos de mi fortaleza, y hagan paz conmigo. ¡Sí, que
hagan paz conmigo!”
Isaías 27:5 (VM)
. En Cristo han sido tomadas
todas las medidas, y se ofrece todo aliento.
Durante la apostasía de Judá e Israel, muchos preguntaban:
“¿Con qué prevendré a Jehová, y adoraré al alto Dios? ¿vendré
ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Agradaráse Jeho-
vá de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite?” La
respuesta es clara y positiva: “Oh hombre, él te ha declarado qué sea