Página 216 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
execración y escarnio.”
2 Crónicas 29:8
. El reino sufrió una decaden-
cia acelerada, y pronto su misma existencia quedó amenazada por
ejércitos invasores. “Resín rey de Siria, y Peka hijo de Remalías rey
de Israel, subieron a Jerusalem para hacer guerra, y cercar a Achaz.”
2 Reyes 16:5
.
Si Acaz y los hombres principales de su reino hubiesen sido
fieles siervos del Altísimo, no se habrían amedrentado frente a una
alianza tan antinatural como la que se había formado contra ellos.
Pero las repetidas transgresiones los habían privado de fuerza. Domi-
nados por el espanto sin nombre que sentían al pensar en los juicios
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retributivos de un Dios ofendido, “estremeciósele el corazón, y el
corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del monte
a causa del viento.”
Isaías 7:2
. En esta crisis, llegó la palabra del
Señor a Isaías para ordenarle que se presentase ante el tembloroso
rey y le dijese:
“Guarda, y repósate; no temas, ni se enternezca tu corazón. ... Por
haber acordado maligno consejo contra ti el Siro, con Ephraim y con
el hijo de Remalías, diciendo: Vamos contra Judá, y la despertaremos,
y la partiremos entre nosotros, y pondremos en medio de ella ... rey,
... el Señor Jehová dice así: No subsistirá, ni será.” El profeta declaró
que el reino de Israel y el de Siria acabarían pronto, y concluyó: “Si
vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis.”
Vers. 4-7, 9
.
Habría convenido al reino de Judá que Acaz recibiese este men-
saje como proveniente del Cielo. Pero prefiriendo apoyarse en el
brazo de la carne, procuró la ayuda de los paganos. Desesperado,
avisó así a Tiglath-pileser, rey de Asiria: “Yo soy tu siervo y tu hijo:
sube, y defiéndeme de mano del rey de Siria, y de mano del rey de
Israel, que se han levantado contra mí.”
2 Reyes 16:7
. La petición
iba acompañada por un rico presente sacado de los tesoros del rey y
de los alfolíes del templo.
La ayuda pedida fué enviada, y el rey Acaz obtuvo alivio mo-
mentáneo, pero ¡cuánto costó a Judá! El tributo ofrecido despertó
la codicia de Asiria, y esa nación traicionera no tardó en amenazar
con invadir y despojar a Judá. Acaz y sus desgraciados súbditos se
vieron entonces acosados por el temor de caer completamente en las
manos de los crueles asirios.
A causa de las continuas transgresiones, “Jehová había humillado
a Judá.” En ese tiempo de castigo, en vez de arrepentirse, Acaz