Página 218 - Profetas y Reyes (1957)

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Capítulo 28—Ezequías
En agudo contraste con el gobierno temerario de Acaz se des-
tacó la reforma realizada durante el próspero reinado de su hijo,
Ezequías, quien subió al trono resuelto a hacer cuanto estuviese en
su poder para salvar a Judá de la suerte que iba cayendo sobre el
reino septentrional. Los mensajes de los profetas no alentaban las
medidas a medias. Únicamente por medio de una reforma decidida
podían evitarse los castigos con que el pueblo estaba amenazado.
En esa crisis, Ezequías demostró ser el hombre oportuno. Apenas
hubo ascendido al trono, empezó a hacer planes y a ejecutarlos. Pri-
mero dedicó su atención a restaurar los servicios del templo, durante
tanto tiempo descuidados; y para esta obra solicitó fervorosamen-
te la cooperación de un grupo de sacerdotes y levitas que habían
permanecido fieles a su sagrada vocación. Confiando en su apoyo
leal, les habló francamente de su deseo de iniciar inmediatamente
reformas abarcantes. Confesó: “Nuestros padres se han rebelado, y
han hecho lo malo en ojos de Jehová nuestro Dios; que le dejaron, y
apartaron sus ojos del tabernáculo de Jehová.” “Ahora pues, yo he
determinado hacer alianza con Jehová el Dios de Israel, para que
aparte de nosotros la ira de su furor.”
2 Crónicas 29:6, 10
.
En pocas y bien escogidas palabras el rey reseñó la situación que
estaban arrostrando: el templo cerrado y la cesación de todos los
servicios que se realizaban antes en sus dependencias; la flagrante
idolatría que se practicaba en las calles de la ciudad y por todo el
reino; la apostasía de las multitudes que podrían haber quedado
fieles a Dios si los dirigentes de Judá les hubiesen dado un buen
ejemplo; así como la decadencia del reino y la pérdida de prestigio
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en la estima de las naciones circundantes. El reino septentrional se
estaba desmoronando rápidamente; muchos perecían por la espada;
una multitud había sido ya llevada cautiva; pronto Israel iba a caer
completamente en manos de los asirios y sufrir una ruina comple-
ta; y esta suerte incumbiría seguramente a Judá también, a menos
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