Página 220 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
instarlo: “Convertíos a aquel contra quien los hijos de Israel profun-
damente se rebelaron.”
Isaías 31:6
. Escuchemos a Miqueas declarar
con confianza: “Yo empero a Jehová esperaré, esperaré al Dios de
mi salud: el Dios mío me oirá. Tú, enemiga mía, no te huelgues de
mí: porque aunque caí, he de levantarme; aunque more en tinieblas,
Jehová será mi luz. La ira de Jehová soportaré, porque pequé contra
él, hasta que juzgue mi causa y haga mi juicio; él me sacará a luz;
veré su justicia.”
Miqueas 7:7-9
.
Estos mensajes y otros parecidos revelaban cuán dispuesto es-
taba Dios a perdonar y aceptar a aquellos que se tornasen a él con
firme propósito en el corazón, y habían infundido esperanza a mu-
chas almas desfallecientes durante los años de obscuridad mientras
las puertas del templo permanecían cerradas; y al iniciar los caudi-
llos una reforma, una multitud del pueblo, cansada del dominio del
pecado, se manifestaba lista para responder.
Los que entraron en los atrios del templo en busca de perdón y
para renovar sus votos de lealtad a Jehová fueron admirablemente
alentados por las porciones proféticas de las Escrituras. Las solem-
nes amonestaciones dirigidas contra la idolatría por Moisés a oídos
de todo Israel fueron acompañadas por profecías referentes a cuán
dispuesto estaba Dios a oír y perdonar a los que en tiempo de apos-
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tasía le buscasen de todo corazón. Moisés había dicho: “Si ... te
volvieres a Jehová tu Dios, y oyeres su voz; porque Dios misericor-
dioso es Jehová tu Dios; no te dejará, ni te destruirá, ni se olvidará
del pacto de tus padres que les juró.”
Deuteronomio 4:30, 31
.
Y en la oración profética que elevara al dedicar el templo cuyos
servicios Ezequías y sus asociados estaban restableciendo, Salomón
se había expresado así: “Cuando tu pueblo Israel hubiere caído de-
lante de sus enemigos, por haber pecado contra ti, y a ti se volvieren,
y confesaren tu nombre, y oraren, y te rogaren y suplicaren en es-
ta casa; óyelos tú en los cielos, y perdona el pecado de tu pueblo
Israel.”
1 Reyes 8:33, 34
. Esta oración había recibido el sello de
la aprobación divina; porque a su conclusión descendió fuego del
cielo para consumir el holocausto y los sacrificios, y la gloria del
Señor llenó el templo.
2 Crónicas 7:1
. Y de noche el Señor apareció
a Salomón para decirle que su oración había sido oída, y que su mi-
sericordia se manifestaría hacia los que le adoraran allí. Fué hecha
esta misericordiosa promesa: “Si se humillare mi pueblo, sobre los