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Profetas y Reyes
embajadores de los príncipes de Babilonia, que enviaron a él para
saber del prodigio que había acaecido en aquella tierra, Dios lo dejó,
para probarle, para hacer conocer todo lo que estaba en su corazón.”
2 Crónicas 32:31
. Si Ezequías hubiese aprovechado la oportunidad
que se le concedía para atestiguar el poder, la bondad y la compasión
del Dios de Israel, el informe de los embajadores habría sido como
una luz a través de las tinieblas. Pero él se engrandeció a sí mismo
más que a Jehová de los ejércitos. “Ezechías no pagó conforme al
bien que le había sido hecho: antes se enalteció su corazón, y fué la
ira contra él, y contra Judá y Jerusalem.”
Vers. 25
.
¡Cuán desastrosos iban a ser los resultados! Se le reveló a Isaías
que al regresar los embajadores llevaban informes relativos a las
riquezas que habían visto, y que el rey de Babilonia y sus consejeros
harían planes para enriquecer su propio país con los tesoros de
Jerusalén. Ezequías había pecado gravemente; “y fué la ira contra
él, y contra Judá y Jerusalem.”
Vers. 25
.
“Entonces Isaías profeta vino al rey Ezechías, y díjole: ¿Qué
dicen estos hombres y de dónde han venido a ti? Y Ezechías res-
pondió: De tierra muy lejos han venido a mí, de Babilonia. Dijo
entonces: ¿Qué han visto en tu casa? Y dijo Ezechías: Todo lo que
hay en mi casa han visto, y ninguna cosa hay en mis tesoros que no
les haya mostrado.
“Entonces dijo Isaías a Ezechías: Oye palabra de Jehová de los
ejércitos: He aquí, vienen días en que será llevado a Babilonia todo
lo que hay en tu casa, y lo que tus padres han atesorado hasta hoy:
ninguna cosa quedará, dice Jehová. De tus hijos que hubieren salido
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de ti, y que engendraste, tomarán, y serán eunucos en el palacio del
rey de Babilonia.
“Y dijo Ezechías a Isaías: La palabra de Jehová que has hablado,
es buena.”
Isaías 39:3-8
.
Lleno de remordimiento, “Ezechías, después de haberse engreído
su corazón, se humilló, él y los moradores de Jerusalem; y no vino
sobre ellos la ira de Jehová en los días de Ezechías.”
2 Crónicas
32:26
. Pero la mala semilla había sido sembrada, y con el tiempo iba
a brotar y producir una cosecha de desolación y desgracia. Durante
los años que le quedaban por vivir, el rey de Judá iba a disfrutar
mucha prosperidad debido a su propósito firme de redimir lo pasado
y honrar el nombre del Dios a quien servía. Sin embargo, su fe