Página 229 - Profetas y Reyes (1957)

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Los embajadores de Babilonia
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iba a ser probada severamente; e iba a aprender que únicamente si
ponía toda su confianza en Jehová podía esperar triunfar sobre las
potestades de las tinieblas que estaban maquinando su ruina y la
destrucción completa de su pueblo.
El relato de cómo Ezequías no fué fiel a su cometido en ocasión
de la visita de los embajadores contiene una lección importante para
todos. Necesitamos hablar mucho más de los capítulos preciosos de
nuestra experiencia, de la misericordia y bondad de Dios, de las pro-
fundidades incomparables del amor del Salvador. Cuando la mente
y el corazón rebosen de amor hacia Dios no resultará difícil impartir
lo que encierra la vida espiritual. Entonces grandes pensamientos,
nobles aspiraciones, claras percepciones de la verdad, propósitos
abnegados y anhelos de piedad y santidad hallarán expresión en
palabras que revelen el carácter de lo atesorado en el corazón.
Aquellos con quienes nos asociamos día tras día necesitan nues-
tra ayuda, nuestra dirección. Pueden hallarse en tal condición mental
que una palabra pronunciada en sazón será como un clavo puesto en
lugar seguro. Puede ser que mañana algunas de esas almas se hallen
donde no se las pueda alcanzar. ¿Qué influencia ejercemos sobre
esos compañeros de viaje?
Cada día de la vida está cargado de responsabilidades que de-
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bemos llevar. Cada día, nuestras palabras y nuestros actos hacen
impresiones sobre aquellos con quienes tratamos. ¡Cuán grande es
la necesidad de que observemos cuidadosamente nuestros pasos y
ejerzamos cautela en nuestras palabras! Un movimiento impruden-
te, un paso temerario, pueden levantar olas de gran tentación que
arrastrarán tal vez a un alma. No podemos retirar los pensamientos
que hemos implantado en las mentes humanas. Si han sido malos,
pueden iniciar toda una cadena de circunstancias, una marea del mal,
que no podremos detener.
Por otro lado, si nuestro ejemplo ayuda a otros a desarrollarse
de acuerdo con los buenos principios, les comunicamos poder para
hacer el bien. A su vez, ejercerán la misma influencia benéfica sobre
otros. Así centenares y millares recibirán ayuda de nuestra influencia
inconsciente. El que sigue verdaderamente a Cristo fortalece los
buenos propósitos de todos aquellos con quienes trata. Revela el
poder de la gracia de Dios y la perfección de su carácter ante un
mundo incrédulo que ama el pecado.
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