Página 232 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
y a sus ídolos, ¿no haré también así a Jerusalem y a sus ídolos?”
Isaías 10:10, 11
. Judá no tenía motivos de temer, porque confiaba en
Jehová.
Llegó finalmente la crisis que se esperaba desde hacía mucho.
Las fuerzas de Asiria, avanzando de un triunfo a otro, se hicieron
presentes en Judea. Confiados en la victoria, los caudillos dividieron
sus fuerzas en dos ejércitos, uno de los cuales había de encontrarse
con el ejército egipcio hacia el sur, mientras que el otro iba a sitiar a
Jerusalén.
Dios era ahora la única esperanza de Judá. Este se veía cortado
de toda ayuda que pudiera prestarle Egipto, y no había otra nación
cercana para extenderle una mano amistosa.
Los oficiales asirios, seguros de la fuerza de sus tropas disciplina-
das, dispusieron celebrar con los príncipes de Judá una conferencia
durante la cual exigieron insolentemente la entrega de la ciudad. Esta
exigencia fué acompañada por blasfemias y vilipendios contra el
Dios de los hebreos. A causa de la debilidad y la apostasía de Israel
y de Judá, el nombre de Dios ya no era temido entre las naciones,
sino que había llegado a ser motivo de continuo oprobio.
Isaías 52:5
.
Dijo Rabsaces, uno de los principales oficiales de Senaquerib:
“Decid ahora a Ezechías: Así dice el gran rey de Asiria: ¿Qué con-
fianza es ésta en que tú estás? Dices, (por cierto palabras de labios):
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Consejo tengo y esfuerzo para la guerra. Mas ¿en qué confías, que
te has rebelado contra mí?”
2 Reyes 18:19, 20
.
Los oficiales estaban entrevistándose fuera de las puertas de la
ciudad, pero a oídos de los centinelas que estaban sobre la muralla;
y mientras los representantes del rey asirio comunicaban en alta voz
sus propuestas a los principales de Judá, se les pidió que hablasen
en lengua asiria más bien que en el idioma de los judíos, a fin de que
los que estaban sobre la muralla no se enterasen de lo tratado en la
conferencia. Rabsaces, despreciando esta sugestión, alzó aun más la
voz y continuó hablando en lengua judaica diciendo:
“Oíd las palabras del gran rey, el rey de Asiria. El rey dice así: No
os engañe Ezechías, porque no os podrá librar. Ni os haga Ezechías
confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente Jehová nos librará: no será
entregada esta ciudad en manos del rey de Asiria.
“No escuchéis a Ezechías: porque el rey de Asiria dice así: Haced
conmigo paz, y salid a mí; y coma cada uno de su viña, y cada uno