Página 237 - Profetas y Reyes (1957)

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Librados de Asiria
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será echado contra ella baluarte. Por el camino que vino se volverá,
y no entrará en esta ciudad, dice Jehová. Porque yo ampararé a esta
ciudad para salvarla, por amor de mí, y por amor de David mi siervo.”
Vers. 29-34
.
Esa misma noche se produjo la liberación. “Salió el ángel de
Jehová, e hirió en el campo de los Asirios ciento ochenta y cinco
[267]
mil.”
Vers. 35
. El ángel mató a “todo valiente y esforzado, y a los
jefes y capitanes en el campo del rey de Asiria.”
2 Crónicas 32:21
.
Pronto llegaron a Senaquerib, que estaba todavía guardando el
camino de Judea a Egipto, las noticias referentes a ese terrible castigo
del ejército que había sido enviado a tomar Jerusalén. Sobrecogido
de temor, el rey asirio apresuró su partida, y “volvióse por tanto
con vergüenza de rostro a su tierra.” Pero no iba a reinar mucho
más tiempo. De acuerdo con la profecía que había sido pronunciada
acerca de su fin repentino, fué asesinado por los de su propia casa,
“y reinó en su lugar Esar-hadón su hijo.”
Isaías 37:38
.
El Dios de los hebreos había prevalecido contra el orgulloso
asirio. El honor de Jehová había quedado vindicado en ojos de las
naciones circundantes. En Jerusalén el corazón del pueblo se llenó
de santo gozo. Sus fervorosas súplicas por liberación habían sido
acompañadas de la confesión de sus pecados y de muchas lágrimas.
En su gran necesidad, habían confiado plenamente en el poder de
Dios para salvarlos, y él no los había abandonado. Repercutieron
entonces en los atrios del templo cantos de solemne alabanza.
“Dios es conocido en Judá:
En Israel es grande su nombre.
Y en Salem está su tabernáculo,
Y su habitación en Sión.
Allí quebró las saetas del arco,
El escudo, y la espada, y tren de guerra.
“Ilustre eres tú; fuerte, más que los montes de caza
Los fuertes de corazón fueron despojados, durmieron su
sueño;
Y nada hallaron en sus manos todos los varones fuertes.
A tu reprensión, oh Dios de Jacob,
El carro y el caballo fueron entorpecidos.