Página 251 - Profetas y Reyes (1957)

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Manasés y Josías
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fueron antes de él.” Debido a esa impiedad, su reino se acercaba
a una crisis; pronto los habitantes de la tierra iban a ser llevados
cautivos a Babilonia, para “saco y para robo a todos sus adversarios.”
2 Reyes 21:11, 14
. Pero el Señor no iba a abandonar por completo a
los que en una tierra extraña le reconociesen como su Gobernante.
Sufrirían tal vez gran tribulación, pero él los libraría en el tiempo
y de la manera que había señalado. Los que pusieran su confianza
completamente en él hallarían un refugio seguro.
Fielmente, los profetas continuaron dando sus amonestaciones
y exhortaciones; hablaron intrépidamente a Manasés y a su pue-
blo; pero los mensajes fueron despreciados; y el apóstata Judá no
quiso escucharlos. Como muestra de lo que acaecería al pueblo si
continuaba en su impenitencia, el Señor permitió que su rey fuese to-
mado cautivo por una banda de soldados asirios, quienes habiéndolo
“atado con cadenas lleváronlo a Babilonia,” su capital provisoria.
Esta aflicción hizo volver en sí al rey; “oró ante Jehová su Dios,
humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres. Y ha-
biendo a él orado, fué atendido; pues que oyó su oración, y volviólo
a Jerusalem, a su reino. Entonces conoció Manasés que Jehová era
Dios.”
2 Crónicas 33:10-13
. Pero este arrepentimiento, por notable
que fuese, fué demasiado tardío para salvar al reino de las influen-
cias corruptoras de los años en que se había practicado la idolatría.
Muchos habían tropezado y caído, para no volver a levantarse.
Entre aquellos cuya vida había sido amoldada sin remedio por la
apostasía fatal de Manasés, se contaba su propio hijo, quien subió
al trono a la edad de veintidós años. Acerca del rey Amón leemos:
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“Anduvo en todos los caminos en que su padre anduvo, y sirvió a las
inmundicias a las cuales había servido su padre, y a ellas adoró. Y
dejó a Jehová el Dios de sus padres” (
2 Reyes 21:21, 22
); y “nunca
se humilló delante de Jehová, como se humilló Manasés su padre:
antes aumentó el pecado.” No se permitió que el perverso rey reinase
mucho tiempo. En medio de su impiedad temeraria, tan sólo dos
años después que ascendió al trono, fué muerto en el palacio por sus
propios siervos, y “el pueblo de la tierra puso por rey en su lugar a
Josías su hijo.”
2 Crónicas 33:22-24
.
Con la ascensión de Josías al trono, desde el cual iba a gobernar
treinta y un años, los que habían conservado la pureza de su fe
empezaron a esperar que se detuviera el descenso del reino; porque