Página 253 - Profetas y Reyes (1957)

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Manasés y Josías
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litada, y el juicio no sale verdadero: por cuanto el impío asedia al
justo, por eso sale torcido el juicio.”
Habacuc 1:2-4
.
Dios respondió al clamor de sus hijos leales. Mediante su por-
tavoz escogido reveló su resolución de castigar a la nación que se
había apartado de él para servir a los dioses de los paganos. Estando
aún con vida algunos de los que averiguaban acerca del futuro, orde-
naría milagrosamente los asuntos de las naciones dominantes en la
tierra, y daría ascendencia a los babilonios. Esa potencia caldea “for-
midable y terrible” (
Vers. 7, VM
) iba a caer repentinamente sobre la
tierra de Judá como azote enviado por Dios. Los príncipes de Judá
y los más hermosos de entre el pueblo serían llevados cautivos a
Babilonia; las ciudades y los pueblos de Judea, así como los campos
cultivados, serían asolados; nada quedaría indemne.
Confiando en que aun en ese terrible castigo se cumpliría de
alguna manera el propósito de Dios para su pueblo, Habacuc se
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postró sumiso a la voluntad revelada de Jehová. Exclamó: “¿No eres
tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío, Santo mío?” Y luego,
como su fe se extendía hasta más allá de las perspectivas penosas del
futuro inmediato y confiaba en las preciosas promesas que revelan
el amor de Dios hacia sus hijos que manifiestan confianza, el profeta
añadió: “No moriremos.”
Vers. 12
. Con esta declaración de fe,
entregó su caso y el de todo israelita creyente, en las manos de un
Dios compasivo.
Y ésta no fué la única vez cuando Habacuc ejerció una fe enérgi-
ca. En una ocasión, mientras meditaba acerca del futuro, dijo: “Sobre
mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y atalayaré
para ver qué hablará en mí, y qué tengo de responder a mi pregun-
ta.” El Señor le contestó misericordiosamente: “Escribe la visión,
y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella. Aunque
la visión tardará aún por tiempo, mas al fin hablará, y no mentirá:
aunque se tardare, espéralo, que sin duda vendrá; no tardará. He aquí
se enorgullece aquel cuya alma no es derecha en él: mas
el justo en
su fe vivirá.”
Habacuc 2:1-4
.
La fe que fortaleció a Habacuc y a todos los santos y justos de
aquellos tiempos de prueba intensa, era la misma fe que sostiene al
pueblo de Dios hoy. En las horas más sombrías, en las circunstancias
más amedrentadoras, el creyente puede afirmar su alma en la fuente
de toda luz y poder. Día tras día, por la fe en Dios, puede renovar su