Página 282 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
y no me quisiereis oir, ... os esparciré por las gentes, y desenvainaré
espada en pos de vosotros: y vuestra tierra estará asolada, y yermas
vuestras ciudades.”
Levítico 26:21, 33
.
En el tiempo mismo en que los mensajes de la condenación in-
minente eran comunicados con instancia a los príncipes y al pueblo,
su gobernante, Joaquim, que debiera haber sido un sabio conductor
espiritual, el primero en confesar su pecado y en ejecutar reformas
y buenas obras, malgastaba su tiempo en placeres egoístas. Decía:
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“Edificaré para mí casa espaciosa, y airosas salas;” y esa casa, cu-
bierta “de cedro” y pintada “de bermellón” (
Jeremías 22:15
), fué
construida con dinero y trabajo obtenido por fraude y opresión.
Se despertó la ira del profeta, y por inspiración pronunció un
juicio contra el gobernante infiel. Declaró: “¡Ay del que edifica su
casa y no en justicia, y sus salas y no en juicio, sirviéndose de su
prójimo de balde, y no dándole el salario de su trabajo! ... ¿Reinarás
porque te cercas de cedro? ¿no comió y bebió tu padre, e hizo juicio
y justicia, y entonces le fué bien? El juzgó la causa del afligido y del
menesteroso, y entonces estuvo bien. ¿No es esto conocerme a mí?
dice Jehová. Mas tus ojos y tu corazón no son sino a tu avaricia, y a
derramar la sangre inocente, y a opresión, y a hacer agravio.
“Por tanto así ha dicho Jehová, de Joacim hijo de Josías, rey de
Judá: No lo llorarán, diciendo: ¡Ay hermano mío! y ¡ay hermana! ni
lo lamentarán, diciendo: ¡Ay señor! ¡ay su grandeza! En sepultura de
asno será enterrado, arrastrándole y echándole fuera de las puertas
de Jerusalem.”
Vers. 13-19
.
A los pocos años, este terrible castigo iba a caer sobre Joaquim;
pero primero el Señor informó de su propósito resuelto a la nación
impenitente. El cuarto año del reinado de Joaquim, “habló Jeremías
profeta a todo el pueblo de Judá, y a todos los moradores de Jerusa-
lem,” señalando que durante como veinte años, “desde el año trece
de Josías, ... hasta este día” (
Jeremías 25:2, 3
), había atestiguado
el deseo que Dios tenía de salvarlos, pero que sus mensajes habían
sido despreciados. Y ahora el Señor les advertía:
“Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Por cuanto no habéis
oído mis palabras, he aquí enviaré yo, y tomaré todos los linajes
del aquilón, dice Jehová, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi
siervo, y traerélos contra esta tierra, y contra sus moradores, y contra
todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y pondrélos por