Página 284 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
“Fué en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos,
trabajé por sufrirlo, y no pude.”
Jeremías 20:9
.
Fué más o menos en aquel tiempo cuando el Señor ordenó a
Jeremías que escribiera los mensajes que deseaba dar a aquellos por
cuya salvación se conmovía de continuo su corazón compasivo. El
Señor ordenó a su siervo: “Tómate un rollo de libro, y escribe en él
todas las palabras que te he hablado contra Israel y contra Judá, y
contra todas las gentes, desde el día que comencé a hablarte, desde
los días de Josías hasta hoy. Quizá oirá la casa de Judá todo el mal
que yo pienso hacerles, para volverse cada uno de su mal camino, y
yo perdonaré su maldad y su pecado.”
Jeremías 36:2, 3
.
Obedeciendo a esta orden, Jeremías llamó en su auxilio a un
amigo fiel, el escriba Baruc, y le dictó “todas las palabras que Jehová
le había hablado.”
Vers. 4
. Estas palabras se escribieron cuidado-
samente en un rollo de pergamino, y constituyeron una solemne
reprensión del pecado, una advertencia del resultado seguro que
tendría la continua apostasía, y una ferviente súplica a renunciar a
todo mal.
Cuando se hubo terminado la escritura, Jeremías, que seguía pre-
so, mandó a Baruc que leyese el rollo a las multitudes congregadas
en el templo en ocasión de un día de ayuno nacional, “en el año
quinto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, en el mes noveno.” Dijo
el profeta: “Quizá caerá oración de ellos en la presencia de Jehová,
y tornaráse cada uno de su mal camino; porque grande es el furor y
la ira que ha expresado Jehová contra este pueblo.”
Vers. 9, 7
.
Baruc obedeció, y el rollo fué leído delante de todo el pueblo
de Judá. Más tarde, el escriba fué llamado a comparecer ante los
príncipes para leerles las palabras. Escucharon con gran interés, y
prometieron informar al rey acerca de todo lo que habían oído, pero
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aconsejaron al escriba que se escondiera, pues temían que el rey
rechazase el testimonio y procurase matar a los que habían preparado
y comunicado el mensaje.
Cuando los príncipes dijeron al rey Joaquim lo que Baruc había
leído, ordenó inmediatamente que trajesen el rollo a su presencia y
que se lo leyesen. Uno de los acompañantes reales, llamado Jehudí,
buscó el rollo, y empezó a leer las palabras de reprensión y amo-
nestación. Era invierno, y el rey y sus asociados en el gobierno, los
príncipes de Judá, estaban reunidos en derredor de un fuego abierto.