Página 294 - Profetas y Reyes (1957)

Basic HTML Version

290
Profetas y Reyes
endureció su cerviz, y obstinó su corazón, para no volverse a Jehová
el Dios de Israel.”
2 Crónicas 36:12, 13
.
Mientras Jeremías continuaba dando su testimonio en la tierra
de Judá, el profeta Ezequiel fué suscitado de entre los cautivos
[330]
de Babilonia para dar advertencias y consuelo a los desterrados, y
para confirmar la palabra del Señor que hablaba Jeremías. Durante
los años que quedaban del reinado de Sedequías, Ezequiel señaló
claramente cuán insensato era confiar en las falsas predicciones
de los que inducían a los cautivos a esperar un pronto regreso a
Jerusalén. También se le indicó que predijera, por medio de una
variedad de símbolos y mensajes solemnes, el asedio de Jerusalén y
su completa destrucción.
En el sexto año del reinado de Sedequías, el Señor reveló a
Ezequiel en visión algunas de las abominaciones que se estaban
practicando en Jerusalén y dentro de las puertas de la casa del Señor,
aun en el atrio interior. Las cámaras llenas de imágenes e ídolos
que representaban “serpientes, y animales de abominación, y todos
los ídolos de la casa de Israel” (
Ezequiel 8:10
),—todas estas cosas
pasaron en rápida sucesión ante la mirada asombrada del profeta.
A los que debieran haber sido guías espirituales del pueblo,
“los ancianos de la casa de Israel,” en número de setenta, los vió
ofreciendo incienso ante las representaciones idólatras que se habían
introducido en cámaras ocultas dentro de las sagradas dependencias
del atrio del templo. Los hombres de Judá se alentaban en sus
prácticas paganas haciendo estas declaraciones blasfemas: “No nos
ve Jehová; Jehová ha dejado la tierra.”
Vers. 11, 12
.
El profeta había de ver “abominaciones mayores” aún. Le fueron
mostradas, ante la puerta que conducía del atrio exterior al interior,
“mujeres que estaban allí sentadas endechando a Tammuz;” y “en
el atrio de adentro de la casa de Jehová, ... a la entrada del templo
de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones,
sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros al oriente, y
encorvábanse al nacimiento del sol.”
Vers. 13-16
.
Entonces el Ser glorioso que acompañaba a Ezequiel en toda
esta asombrosa visión de la impiedad en las altas esferas de la tierra
de Judá, preguntó al profeta: “¿No has visto, hijo del hombre? ¿Es
[331]
cosa liviana para la casa de Judá hacer las abominaciones que hacen
aquí? Después que han llenado la tierra de maldad, y se tornaron