Página 31 - Profetas y Reyes (1957)

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El templo y su dedicación
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desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. Ahora
estarán abiertos mis ojos, y atentos mis oídos, a la oración en este
lugar: pues que ahora he elegido y santificado esta casa, para que
esté en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán
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ahí para siempre.”.
2 Crónicas 7:12-16
.
Si Israel hubiese permanecido fiel a Dios, aquel edificio glorio-
so habría perdurado para siempre, como señal perpetua del favor
especial de Dios hacia su pueblo escogido. Dios declaró: “Y a los
hijos de los extranjeros que se llegaren a Jehová para ministrarle,
y que amaren el nombre de Jehová para ser tus siervos: a todos los
que guardaren el sábado de profanarlo, y abrazaren mi pacto, yo los
llevaré al monte de mi santidad, y los recrearé en mi casa de oración;
sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque
mi casa, casa de oración será llamada de todos los pueblos.”.
Isaías
56:6, 7
.
En relación con esta promesa de aceptación, el Señor indicó
claramente el deber que le incumbía al rey. “Y tú—le dijo,—si
anduvieres delante de mí, como anduvo David tu padre, e hicieres
todas las cosas que yo te he mandado, y guardares mis estatutos
y mis derechos, yo confirmaré el trono de tu reino, como concerté
con David tu padre, diciendo: No faltará varón de ti que domine en
Israel.”.
2 Crónicas 7:17, 18
.
Si Salomón hubiese continuado sirviendo al Señor con humil-
dad, todo su reinado habría ejercido una poderosa influencia para
el bien sobre las naciones circundantes, que habían recibido una
impresión tan favorable del reinado de David su padre y de las sa-
bias palabras y obras magníficas realizadas durante los primeros
años de su propio reinado. Previendo las terribles tentaciones que
acompañarían la prosperidad y los honores mundanales, Dios dió
a Salomón una advertencia contra el mal de la apostasía, y predijo
los espantosos resultados del pecado. Aun el hermoso templo que
acababa de dedicarse, declaró, llegaría a ser “proverbio y fábula en
todos los pueblos,” si los israelitas dejaban “a Jehová Dios de sus
padres” (
2 Crónicas 7:20, 22
), y persistían en la idolatría.
Fortalecido en su corazón y muy alentado por el aviso celestial
de que su oración en favor de Israel había sido oída, Salomón inició
el período más glorioso de su reinado, durante el cual “todos los
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reyes de la tierra” procuraban acercársele, para “oír su sabiduría,