Página 316 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
paso en la dirección errónea habría conducido a otros pasos tales,
hasta que, cortada su relación con el Cielo, se vieran arrastrados por
la tentación.
“Puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el prínci-
pe de los eunucos,” y la petición de que se le permitiera no conta-
minarse fué recibida con respeto. Sin embargo, el príncipe vacilaba
antes de acceder. Explicó a Daniel: “Tengo temor de mi señor el rey,
que señaló vuestra comida y vuestra bebida; pues luego que él habrá
visto vuestros rostros más tristes que los de los muchachos que son
semejantes a vosotros, condenaréis para con el rey mi cabeza.”
Daniel apeló entonces a Melsar, oficial encargado especialmente
de la juventud hebrea, y solicitó que se les excusase de comer la
comida del rey y beber su vino. Pidió que se hiciese una prueba
de diez días, durante los cuales se proveería alimento sencillo a
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los jóvenes hebreos, mientras que sus compañeros comerían los
manjares del rey.
Melsar consintió en ello, aunque con temor de que esa concesión
pudiera desagradar al rey; y Daniel supo que había ganado su causa.
Al fin de la prueba de diez días, el resultado era lo opuesto de lo
que había temido el príncipe. “Pareció el rostro de ellos mejor y más
nutrido de carne, que los otros muchachos que comían de la ración
de la comida del rey.” En su apariencia personal los jóvenes hebreos
resultaron notablemente superiores a sus compañeros. Como resul-
tado, se permitió a Daniel y sus amigos que siguiesen su régimen
sencillo durante todo el curso de su educación.
Los jóvenes hebreos estudiaron tres años “las letras y la lengua
de los Caldeos.” Durante este tiempo se mantuvieron fieles a Dios y
confiaron constantemente en su poder. A sus hábitos de renuncia-
miento, unían un propósito ferviente, diligencia y constancia. No era
el orgullo ni la ambición lo que los había llevado a la corte del rey,
junto a los que no conocían ni temían a Dios; eran cautivos puestos
en un país extraño por la Sabiduría infinita. Privados de la influencia
del hogar y de sus relaciones sagradas, procuraron conducirse en
forma que honrase a su pueblo oprimido y glorificase al Dios cuyos
siervos eran.
El Señor miró con aprobación la firmeza y abnegación de los
jóvenes hebreos, así como la pureza de sus motivos; y su bendición
los acompañó. “A estos cuatro muchachos dióles Dios conocimiento