Página 317 - Profetas y Reyes (1957)

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En la corte de Babilonia
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e inteligencia en todas las letras y ciencia: mas Daniel tuvo entendi-
miento en toda visión y sueños.” Se cumplió para ellos la promesa:
“Yo honraré a los que me honran.”
1 Samuel 2:30
. Mientras Daniel
se aferraba a Dios con una confianza inquebrantable, se manifestó en
él el espíritu del poder profético. Al mismo tiempo que recibía ins-
trucciones de los hombres acerca de los deberes que debía cumplir
en la corte, Dios le enseñaba a leer los misterios de lo por venir, y a
registrar para las generaciones futuras, mediante figuras y símbolos,
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acontecimientos que abarcaban la historia de este mundo hasta el fin
del tiempo.
Cuando llegó el momento en que debían ser probados los jó-
venes a quienes se estaba educando, los hebreos, juntamente con
los otros candidatos, fueron examinados para el servicio del reino.
Pero “no fué hallado entre todos ellos otro como Daniel, Ananías,
Misael, y Azarías.” Su aguda comprensión, su vasto conocimiento
y su lenguaje selecto y preciso atestiguaban la fuerza indemne y el
vigor de sus facultades mentales. “Y en todo negocio de sabiduría
e inteligencia que el rey les demandó, hallólos diez veces mejores
que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino;” “y así
estuvieron delante del rey.”
En la corte de Babilonia estaban reunidos representantes de todas
las tierras, hombres de los más encumbrados talentos, de los más
ricamente favorecidos con dones naturales, y quienes poseían la
cultura más amplia que el mundo pudiera otorgar; y sin embargo,
los jóvenes hebreos no tenían pares entre todos ellos. En fuerza y
belleza física, en vigor mental y realizaciones literarias, no tenían
rivales. El porte erguido, el paso firme y elástico, el rostro hermoso,
los sentidos agudos, el aliento no contaminado, todas estas cosas
eran otros tantos certificados de sus buenos hábitos, insignias de la
nobleza con que la naturaleza honra a los que obedecen sus leyes.
Al adquirir la sabiduría de los babilonios, Daniel y sus compa-
ñeros tuvieron mucho más éxito que los demás estudiantes; pero su
saber no les llegó por casualidad. Lo obtuvieron por el uso fiel de
sus facultades, bajo la dirección del Espíritu Santo. Se relacionaron
con la Fuente de toda sabiduría, e hicieron del conocimiento de
Dios el fundamento de su educación. Con fe, oraron por sabiduría
y vivieron de acuerdo con sus oraciones. Se colocaron donde Dios
podía bendecirlos. Evitaron lo que habría debilitado sus facultades,