Página 338 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
los magos, ya que he entendido que hay en ti espíritu de los dioses
santos, y que ningún misterio se te esconde, exprésame las visiones
de mi sueño que he visto, y su declaración.” Después de relatar el
sueño, Nabucodonosor dijo: “Tú pues, Beltsasar, dirás la declaración
de él, porque todos los sabios de mi reino nunca pudieron mostrarme
su interpretación: mas tú puedes, porque hay en ti espíritu de los
dioses santos.”
Para Daniel el significado del sueño era claro, y le alarmó. “Es-
tuvo callando casi una hora, y sus pensamientos lo espantaban.”
Viendo la vacilación y la angustia de Daniel, el rey expresó su sim-
patía hacia su siervo. Dijo: “Beltsasar, el sueño ni su declaración no
te espante.”
Daniel contestó: “Señor mío, el sueño sea para tus enemigos, y su
declaración para los que mal te quieren.” El profeta comprendía que
Dios le imponía el deber de revelar a Nabucodonosor el castigo que
iba a caer sobre él por causa de su orgullo y arrogancia. Daniel debía
interpretar el sueño en un lenguaje que el rey pudiese comprender;
y aunque su terrible significado le había hecho vacilar en mudo
asombro, sabía que debía declarar la verdad, cualesquiera que fuesen
las consecuencias para sí.
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Entonces Daniel dió a conocer el mandato del Todopoderoso.
Dijo: “El árbol que viste, que crecía y se hacía fuerte, y que su
altura llegaba hasta el cielo, y su vista por toda la tierra; y cuya
copa era hermosa, y su fruto en abundancia, y que para todos había
mantenimiento en él; debajo del cual moraban las bestias del campo,
y en sus ramas habitaban las aves del cielo, tú mismo eres, oh rey,
que creciste, y te hiciste fuerte, pues creció tu grandeza, y ha llegado
hasta el cielo, y tu señorío hasta el cabo de la tierra.
“Y cuanto a lo que vió el rey, un vigilante y santo que descendía
del cielo, y decía: Cortad el árbol y destruidlo: mas la cepa de sus
raíces dejaréis en la tierra, y con atadura de hierro y de metal en la
hierba del campo; y sea mojado con el rocío del cielo, y su parte sea
con las bestias del campo, hasta que pasen sobre él siete tiempos:
esta es la declaración, oh rey, y la sentencia del Altísimo, que ha
venido sobre el rey mi señor: que te echarán de entre los hombres, y
con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te
apacentarán como a los bueyes, y con rocío del cielo serás bañado;
y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que entiendas que el Altísimo