Página 344 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
invisible, representante de Aquel cuyo poder había sido desafiado y
cuyo nombre había sido blasfemado, el rey se quedó paralizado de
miedo. Su conciencia se despertó. “Desatáronse las ceñiduras de sus
lomos, y sus rodillas se batían la una con la otra.” Belsasar se había
levantado impíamente contra el Dios del cielo, y había confiado en
su propio poder, sin suponer siquiera que alguno pudiera atreverse
a decirle: ¿Por qué obras así? Ahora comprendía que le tocaba dar
cuenta de la mayordomía que le había sido confiada, y que no podía
ofrecer excusa alguna por haber desperdiciado sus oportunidades ni
por su actitud desafiante.
En vano trató el rey de leer las letras ardientes. Encerraban un
secreto que él no podía sondear, un poder que le era imposible
comprender o contradecir. Desesperado, se volvió hacia los sabios
de su reino en busca de ayuda. Su grito frenético repercutió en la
asamblea, cuando invitó a los astrólogos, caldeos y adivinos a que
leyesen la escritura. Prometió: “Cualquiera que leyere esta escritura,
y me mostrare su declaración, será vestido de púrpura, y tendrá collar
de oro a su cuello; y en el reino se enseñoreará el tercero.” Pero de
nada valió la súplica que dirigió a sus consejeros de confianza ni su
ofrecimiento de ricas recompensas. La sabiduría celestial no puede
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comprarse ni venderse. “Todos los sabios del rey ... no pudieron leer
la escritura, ni mostrar al rey su declaración.” Les era tan imposible
leer los caracteres misteriosos como lo había sido para los sabios de
una generación anterior interpretar los sueños de Nabucodonosor.
Entonces la reina madre recordó a Daniel, quien, más de medio
siglo antes, había dado a conocer al rey Nabucodonosor el sueño de
la gran imagen y su interpretación. Dijo ella: “Rey, para siempre
vive, no te asombren tus pensamientos, ni tus colores se demuden:
En tu reino hay un varón, en el cual mora el espíritu de los dioses
santos; y en los días de tu padre se halló en él luz e inteligencia y
sabiduría, como ciencia de los dioses: al cual el rey Nabucodonosor
... constituyó príncipe sobre todos los magos, astrólogos, Caldeos,
y adivinos: por cuanto fué hallado en él mayor espíritu, y ciencia,
y entendimiento, interpretando sueños, y declarando preguntas, y
deshaciendo dudas, es a saber, en Daniel; al cual el rey puso por
nombre Beltsasar. Llámese pues ahora a Daniel, y él mostrará la
declaración.