Página 346 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos,
nunca honraste. Entonces de su presencia fué enviada la palma de la
mano que esculpió esta escritura.”
Volviéndose hacia el mensaje enviado por el Cielo, el profeta leyó
en la pared: “MENE, MENE, TEKEL, UPHARSIN.” La mano que
había trazado los caracteres ya no era visible, pero aquellas cuatro
palabras seguían resplandeciendo con terrible claridad; y ahora la
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gente escuchó con el aliento en suspenso mientras el anciano profeta
explicaba:
“La declaración del negocio es: MENE: Contó Dios tu reino, y
halo rematado. TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado
falto. PERES: Tu reino fué rompido, y es dado a Medos y Persas.”
Aquella última noche de loca insensatez, Belsasar y sus señores
habían colmado la medida de su culpabilidad y de la que incumbía al
reino caldeo. Ya no podía la mano refrenadora de Dios desviar el mal
que los amenazaba. Mediante múltiples providencias, Dios había
procurado enseñarles a reverenciar su ley. Había declarado acerca
de aquellos cuyo juicio llegaba ahora hasta el cielo: “Curamos a
Babilonia, y no ha sanado.” A causa de la extraña perversidad del
corazón humano, Dios encontraba por fin necesario dictar la senten-
cia irrevocable. Belsasar iba a caer, y su reino iba a ser traspasado a
otras manos.
Cuando el profeta dejó de hablar, el rey ordenó que se le recom-
pensase con los honores prometidos; y en consecuencia “vistieron
a Daniel de púrpura, y en su cuello fué puesto un collar de oro, y
pregonaron de él que fuese el tercer señor en el reino.”
Más de un siglo antes, la Inspiración había predicho que “la
noche de ... placer” durante la cual el rey y sus consejeros rivaliza-
rían unos con otros para blasfemar contra Dios, se vería de repente
trocada en ocasión de miedo y destrucción. Y ahora, en rápida suce-
sión, se produjeron uno tras otro acontecimientos portentosos que
correspondían exactamente a lo descrito en las Sagradas Escrituras
antes que hubiesen nacido los protagonistas del drama.
Mientras estaba todavía en el salón de fiestas, rodeado por aque-
llos cuya suerte estaba sellada, el rey recibió de un mensajero la
información de “que su ciudad” era “tomada” por el enemigo contra
cuyos planes se había sentido tan seguro; “los vados fueron tomados,
... y consternáronse los hombres de guerra.”
Jeremías 51:31, 32
. Aun
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