Página 364 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
Dios usó la manera en que Daniel fué librado del foso de los
leones para crear una impresión favorable en el espíritu de Ciro el
Grande. Las magníficas cualidades del varón de Dios como estadista
previsor indujeron al gobernante persa a manifestarle gran respeto y
a honrar su juicio. Y ahora, precisamente en el tiempo en que Dios
había dicho que haría reedificar su templo de Jerusalén, movió a Ciro
como agente suyo para que discerniera las profecías concernientes
a él mismo, bien conocidas por Daniel, y le indujo a conceder su
libertad al pueblo judío.
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Cuando el rey vió las palabras que habían predicho, más de cien
años antes que él naciera, la manera en que Babilonia sería tomada;
cuando leyó el mensaje que le dirigía el Gobernante del universo:
“Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste; para que se sepa desde el
nacimiento del sol, y desde donde se pone, que no hay más que yo;”
cuando tuvo delante de los ojos la declaración del Dios eterno: “Por
amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu
nombre; púsete sobrenombre, aunque no me conociste;” cuando leyó
en el registro inspirado: “Yo lo desperté en justicia, y enderezaré
todos sus caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no
por precio ni por dones” (
Isaías 45:5, 6, 4, 13
), su corazón quedó
profundamente conmovido y resolvió cumplir la misión que Dios le
había asignado. Dejaría ir libres a los cautivos judíos y les ayudaría
a restaurar el templo de Jehová.
En una proclamación escrita que se publicó “por todo su reino,”
Ciro dió a conocer su deseo de proveer para el regreso de los he-
breos y para la reedificación de su templo. El rey reconoció con
agradecimiento en esa proclamación pública: “Jehová Dios de los
cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que
le edifique casa en Jerusalem, que está en Judá. ¿Quién hay entre
vosotros de todo su pueblo? Sea Dios con él, y suba a Jerusalem,
... y edifique la casa a Jehová Dios de Israel, (él es el Dios,) la cual
está en Jerusalem. Y a cualquiera que hubiere quedado de todos
los lugares donde peregrinare, los hombres de su lugar le ayuden
con plata, y oro, y hacienda, y con bestias; con dones voluntarios.”
Esdras 1:1-4
.
Indicó, además, acerca de la estructura del templo, “que fuese
la casa edificada para lugar en que sacrifiquen sacrificios, y que sus
paredes fuesen cubiertas; su altura de sesenta codos, y de sesenta co-