Página 365 - Profetas y Reyes (1957)

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El retorno de los desterrados
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dos su anchura; los órdenes, tres de piedra de mármol, y un orden de
madera nueva; y que el gasto sea dado de la casa del rey. Y también
los vasos de oro y de plata de la casa de Dios, que Nabucodonosor
sacó del templo que estaba en Jerusalem y los pasó a Babilonia, sean
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devueltos y vayan al templo que está en Jerusalem.”
Esdras 6:3-5
.
Llegaron noticias de este decreto hasta las provincias más le-
janas de los dominios del rey, y por doquiera hubo gran regocijo
entre los hijos de la dispersión. Muchos, como Daniel, habían es-
tado estudiando las profecías, y habían estado rogando a Dios que
interviniera en favor de Sión según lo había prometido. Y ahora sus
oraciones recibían contestación; y con gozo en el corazón podían
cantar unidos:
“Cuando Jehová hiciere tornar la cautividad de Sión,
seremos como los que sueñan.
Entonces nuestra boca se henchirá de risa,
y nuestra lengua de alabanza;
entonces dirán entre las gentes:
Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos.
Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros;
estaremos alegres.”
Salmos 126:1-3
.
“Entonces se levantaron los cabezas de las familias de Judá
y de Benjamín, y los sacerdotes y Levitas, todos aquellos cuyo
espíritu despertó Dios.” Tal fué el residuo de los buenos, a saber
unas cincuenta mil personas de entre los judíos desterrados que
resolvieron valerse de la admirable oportunidad que se les ofrecía
para “subir a edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalem.”
Sus amigos no les permitieron irse con las manos vacías, pues “todos
los que estaban en sus alrededores confortaron las manos de ellos
con vasos de plata y de oro, con hacienda y bestias, y con cosas
preciosas.” A estas y otras muchas ofrendas voluntarias, se añadieron
“los vasos de la casa de Jehová, que Nabucodonosor había traspasado
de Jerusalem. ... Sacólos pues Ciro rey de Persia, por mano de
Mitrídates tesorero, ... cinco mil y cuatrocientos,” para que se usasen
en el templo que iba a ser reedificado.
Esdras 1:5-11
.
A un descendiente del rey David, llamado Zorobabel [conocido
también como Sheshbazzar], confió Ciro la responsabilidad de actuar