Página 366 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
como gobernador de la compañía que volvía a Judea; y con él iba
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asociado Josué el sumo sacerdote. El largo viaje a través de los de-
siertos se realizó satisfactoriamente, y la feliz compañía, agradecida
a Dios por sus muchas misericordias, emprendió en seguida la obra
de restablecer lo que había sido derribado y destruído. “Los cabezas
de los padres” dieron el ejemplo al ofrecer de su substancia para
contribuir a los gastos de reedificar el templo; y el pueblo, siguiendo
ese ejemplo, dió liberalmente de lo poco que tenía.
Esdras 2:64-70
.
Con tanta celeridad como era posible, se erigió un altar donde
había estado el antiguo altar en el atrio del templo. Para los servicios
relacionados con la edificación de ese altar, “juntóse el pueblo como
un solo hombre;” y todos unidos restablecieron los servicios sagra-
dos que se habían interrumpido cuando Jerusalén fué destruida por
Nabucodonosor. Antes de separarse para alojarse en las casas que
estaban tratando de reconstruir, “hicieron asimismo la solemnidad
de las cabañas.”
Esdras 3:1-6
.
La erección del altar para los holocaustos diarios alentó muchísi-
mo a los pocos fieles que quedaban. De todo corazón participaron en
los preparativos necesarios para reedificar el templo, y su valor iba
en aumento a medida que esos preparativos progresaban de un mes
a otro. Habían estado privados durante muchos años de los indicios
visibles de la presencia de Dios. Ahora, rodeados de muchos tristes
recuerdos de la apostasía de sus padres, anhelaban tener alguna señal
permanente del perdón y del favor divinos. Apreciaban la aprobación
de Dios más que la recuperación de las propiedades personales y los
antiguos privilegios. El Señor había obrado maravillosamente en su
favor, y se sentían asegurados de que su presencia estaba con ellos,
pero deseaban bendiciones aun mayores. Con gozosa anticipación
esperaban el tiempo en que, estando reedificado el templo, podrían
contemplar la gloria que resplandeciese desde su interior.
Los obreros empeñados en preparar los materiales de construc-
ción encontraron entre las ruinas algunas de las inmensas piedras
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que se habían llevado al sitio del templo en los tiempos de Salomón.
Las acomodaron para poder usarlas, y se proveyó además mucho
material nuevo; de manera que pronto la obra hubo progresado al
punto en que debía ponerse la piedra fundamental. Esto se hizo en
presencia de muchos miles que se habían congregado para contem-
plar el progreso de la obra y para expresar su gozo por tener una