Josué y el ángel
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“Escucha pues ahora, Josué gran sacerdote, tú, y tus amigos que
se sientan delante de ti; porque son varones simbólicos: He aquí, yo
traigo a mi siervo, el Pimpollo.”
Vers. 8
. El Pimpollo [“Vástago,”
V.M., o “Brote,” V. Bover-Cantera] era la esperanza de Israel. Era
por la fe en el Salvador venidero cómo Josué y su pueblo recibían
perdón. Por la fe en Cristo, les era devuelto el favor de Dios. En
virtud de sus méritos, si andaban en sus caminos y guardaban sus
estatutos, serían “varones simbólicos,” honrados como los escogidos
del Cielo entre las naciones de la tierra.
Así como Satanás acusaba a Josué y a su pueblo, en todas las
edades ha acusado a los que buscaban la misericordia y el favor de
Dios. Es “el acusador de nuestros hermanos, ... el cual los acusaba
delante de nuestro Dios día y noche.”
Apocalipsis 12:10
. La contro-
versia se repite acerca de cada alma rescatada del poder del mal, y
cuyo nombre se registra en el libro de la vida del Cordero. Nunca se
recibe a alguno en la familia de Dios sin que ello excite la resuelta
resistencia del enemigo. Pero el que era entonces la esperanza de
Israel, así como su defensa, justificación y redención, es hoy también
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la esperanza de la iglesia.
Las acusaciones de Satanás contra aquellos que buscan al Señor
no son provocadas por el desagrado que le causen sus pecados.
El carácter deficiente de ellos le causa regocijo porque sabe que
sólo si violan la ley de Dios puede él dominarlos. Sus acusaciones
provienen únicamente de su enemistad hacia Cristo. Por el plan de
salvación, Jesús está quebrantando el dominio de Satanás sobre la
familia humana y rescatando almas de su poder. Todo el odio y la
malicia del jefe de los rebeldes se encienden cuando contempla la
evidencia de la supremacía de Cristo, y con poder y astucia infernales
obra para arrebatarle los hijos de los hombres que han aceptado la
salvación. Induce a los hombres al escepticismo, haciéndoles perder
la confianza en Dios y separarse de su amor; los tienta a violar su
ley, luego los reclama como cautivos suyos y disputa el derecho de
Cristo a quitárselos.
Satanás sabe que aquellos que buscan a Dios fervientemente
para alcanzar perdón y gracia los obtendrán; por lo tanto les recuer-
da sus pecados para desanimarlos. Constantemente busca motivos
de queja contra los que procuran obedecer a Dios. Trata de hacer
aparecer como corrompido aun su servicio mejor y más aceptable.